La economía española ha vuelto a la senda del crecimiento tras la crisis, pero todavía quedan reformas estructurales pendientes para garantizar su competitividad. Esta es la reflexión que ha sacado el Círculo de Empresario y APIE en su ‘Barómetro Anual de los Círculos’, presentado este miércoles. España acumula dos años de avances superiores al 3%, […]
Dirigentes Digital
| 07 jun 2017
La economía española ha vuelto a la senda del crecimiento tras la crisis, pero todavía quedan reformas estructurales pendientes para garantizar su competitividad. Esta es la reflexión que ha sacado el Círculo de Empresario y APIE en su ‘Barómetro Anual de los Círculos’, presentado este miércoles. España acumula dos años de avances superiores al 3%, superando en 1,7 veces la media de la Eurozona y duplicando las tasas de economías como Alemania, Francia e Italia. Sin embargo, la recuperación tiene más que ver con motivos coyunturales (contexto favorable) que con una base estructural. “España se encuentra en una situación de gran fragilidad, con una deuda pública y privada insoportable y un estado del bienestar que cada vez cuesta más. Podemos crecer porque estamos en un mundo que crece, pero seguimos teniendo problemas de fondo”, ha puntualizado Javier Vega de Seoane, presidente del Círculo de Empresarios. La competividad de nuestra economía se encuentra clasificada en los principales rankings entre los puestos 32 y 34 a nivel mundial, equivalente a su clasificación por renta per cápita (33) pero inferior al que le correspondería si se analiza el tamaño de su actividad a nivel mundial (14, según PIB nominal). El informe hace referencia a la posición competitivia de España en distintas áreas según los índices del Foro Económico Mundial, del Banco Mundial y del IMD. En resumen, las valoraciones medias obtenidas por la economía española respecto a los principales pilares de competitividad son relativamente bajas. Sólo en ‘recursos naturales’ de obtienen valores superiores a la media (4,5 en una valoración sobre 7), por la buena nota de nuestras infraestructuras. En el extremo contrario, el mercado financiero y la contribución de las Administraciones Públicas son las que peores puntuaciones obtienen (3,8), aunque reflejan cierta mejoría respecto a 2015. La aportación del sector público a la competitividad española es inferior a la media de los países de la OCDE por la ineficiencia del gasto público, el funcionamiento de la Justicia, la corrupción y el peso de la regulación. En este sentido, el Círculo de Empresarios recomienda imitar a los países de nuestro entorno para reformar las Administraciones, con medidas como la introducción de las TICs, la simplificación de los organismos y burocracia o la reducción de la estructura administrativa. La Educación es otro de las carencias españolas de cara a aumentar su competitividad, siendo el segundo país europeo con mayores tasas de fracaso educativo. El desajuste entre la formación y las demandas del mercado, además de la necesidad de potenciar la formación dual y los idiomas son los principales motivos de este retraso respecto al resto. En este sentido, el barómetro propone la puesta en marcha de un Pacto de Estado por la Educación para asegurar su calidad. En sentido contrario, España aprueba con nota en relación a su dinamismo como mercado y a sus infraestructuras físicas, sobre todo en el transporte. Sobre el segundo punto, el documento incide en la necesidad de garantizar la sostenibilidad de la inversión a largo plazo. Las infraestruturas en España pasaron de recibir de en torno al 5% del PIB antes de la crisis al 1,9% actual.