Durante unos días, estoy teniendo la oportunidad de conocer un país que no es en absoluto ajeno a la cultura española: Guinea Ecuatorial. La que durante siglos fue colonia española (anteriormente portuguesa hasta el siglo XVIII), ahora se debate entre la supervivencia y los nuevos proyectos económicos y financieros que traen los inversores extranjeros, principalmente […]
Dirigentes Digital
| 14 oct 2015
Durante unos días, estoy teniendo la oportunidad de conocer un país que no es en absoluto ajeno a la cultura española: Guinea Ecuatorial. La que durante siglos fue colonia española (anteriormente portuguesa hasta el siglo XVIII), ahora se debate entre la supervivencia y los nuevos proyectos económicos y financieros que traen los inversores extranjeros, principalmente China.
Por ejemplo, uno de los proyectos más ambiciosos es la creación de un mercado financiero moderno propiamente dicho. Esto exige de una Bolsa de valores transparente, contratación electrónica instantánea, liquidez permanente y un esquema atractivo para la entrada de inversión extranjera con seguridad jurídica y rendición de cuentas. Parece que los pasos que se están dando van en esta dirección.
La antigua Guinea española depende, fundamentalmente, de dos cuestiones: por un lado, sus exportaciones de petróleo y, por otro lado, de su principal socio comercial que es China. Con datos de 2014, observamos cómo el 68% de las exportaciones de Guinea Ecuatorial son petróleo sin refinar, mientras que un 24% es gas licuado. En total, el 92% de las exportaciones guineanas son productos energéticos cuyos precios se han desplomado en el último año y medio.
En segundo lugar, China se sitúa a la cabeza de la recepción de exportaciones de Guinea Ecuatorial, además de ser el principal origen de sus importaciones (17% sobre el total). El principal producto de importación es maquinaria seguido de metalurgia proveniente tanto de China como de Japón, su segundo socio comercial en importancia también con datos de 2014 que recoge la Organización Mundial de Comercio (OMC).
En este sentido, la economía guineana es un ejemplo de manual del problema de muchas economías emergentes, especialmente las más dependientes de las materias primas: la caída de la relación real de intercambio. Este fenómeno (el cual no es extensible a todo el mundo en desarrollo o subdesarrollado) se da cuando el valor de las exportaciones crece menos que el valor de las importaciones en términos reales.
Este hecho provoca un esfuerzo creciente en términos de divisas y deteriora el saldo comercial en el tiempo. Por ello, no es de extrañar el "puzzle" al que se enfrenta Guinea Ecuatorial en esta coyuntura de caída de precios de su principal fuente de riqueza y así lo atestiguan fuentes como el Fondo Monetario Internacional: Guinea Ecuatorial y Venezuela serán las economías del mundo que más se contraerán en 2016.
Después de una etapa muy dura para los países en vías de desarrollo (en especial para los africanos), el "bloody black gold" puede que se convierta de nuevo en el motor de estos países como Guinea Ecuatorial. El petróleo, como el vino para el Lazarillo de Tormes, al igual que enferma, puede dar cura a la antigua Guinea española. Sin embargo, en esta crisis existe un hecho diferencial: supone una lección para aquellos países que no han diversificado sus estructuras productivas. Para crecer no hay que confiar sólo en las commodities, ya que si así se hace, economías tan débiles como estas corren el riesgo de estar en crisis permanente.
Javier Santacruz es socio de China Capital.