De aquí a 2018 se espera que el número de millonarios crezca un 7,1% hasta los más de 18 millones en todo el mundo. Esto pone de manifiesto que a la banca privada no le falta trabajo sino que necesitan otra forma de funcionar. Las 400 personas más ricas del planeta han visto reducir su […]
Dirigentes Digital
| 01 feb 2016
De aquí a 2018 se espera que el número de millonarios crezca un 7,1% hasta los más de 18 millones en todo el mundo. Esto pone de manifiesto que a la banca privada no le falta trabajo sino que necesitan otra forma de funcionar. Las 400 personas más ricas del planeta han visto reducir su fortuna en base a la bajada de los mercados bursátiles y el precio de las materias primas, pero siguen sumando una cantidad que supera el PIB de Alemania, según un estudio de Bloomberg.
La inflación regulatoria y la transformación digital son dos de los factores que pesan en la rentabilidad de la banca privada. Para McKinsey ha llegado la hora de que reconsideren su modelo de negocio. Aunque los beneficios de la banca privada en 2014 aumentaron un 8,9%, el informe señala que dicho crecimiento no puede esconder que una entidad de cada seis ha perdido dinero en ese mismo año.
La crisis de 2008 ha modificado en gran medida la forma de pensar del inversor. Por un lado, los ahorradores más adinerados prefieren inversiones con menos riesgos y por lo tanto menos ventajosas. Una tendencia que, unida a la debilidad de las tasas de interés, pesa en los márgenes de la banca privada, aunque reconoce que se ha visto menos afectada que la banca minorista.
Otro de los cambios que se han derivado de la crisis y que ha modificado profundamente la banca privada es el marco regulatorio. La directiva MIFID II, que podría retrasarse un año frente a la previsión de que entrara en vigor en enero de 2017, está dirigida precisamente a proteger mejor a los ahorradores y llevará consigo el fin de las retrocesiones que percibe la banca privada, lo que repercutirá también en su cuenta de resultados.
El tercer desafío es la era digital. La banca privada podría ganar más clientela si dirigiera sus esfuerzos hacia Internet. Al menos 42 millones de nuevos clientes podrían llegar a captar en todo el mundo, un equivalente de 66.000 millones de dólares, pero el sector sigue mostrándose aún muy reticente al cambio digital. En Estados Unidos, más del 40% de los clientes de banca privada han cambiado por otros modelos en Internet y si se toma en cuenta la demografía parece acertado pensar que este concepto cada vez irá calando más en la población. Un estudio también de McKinsey señala que el 72% de los americanos menores de 40 años se siente cada vez más conformes con sumarse a la revolución digital.
Al menos decenas de actores de la gestión de banca privada han ido desarrollando modelos de negocio de este tipo en todo el mundo, como ABN AMRO en los Países Bajos, mBank en Polonia, o Charles Schwab en Estados Unidos, pero el sector afronta aún fuertes resistencias internas a cambiar una forma cultural de trabajar, donde se sigue defendiendo una relación privilegiada con el cliente, más personal.
Ante este panorama, McKinsey alerta de una inminente concentración del sector en Europa, donde algunas entidades independientes corren el riesgo de salirse del mercado, en favor de aquellas que estén asociados a un banco minorista. Dependerá de cada país, pero allí donde el número de actores sea muy elevado, la concentración será mayor.