La noticia llega una semana después de que el gobierno de Dilma Rousseff confirmara que el país se encontraba en recesión técnica y a menos de dos semanas de que su administración enviara al Congreso un proyecto de Presupuesto para 2016 deficitario en más de 7.000 millones de euros. "Los desafíos políticos que enfrenta Brasil […]
Dirigentes Digital
| 10 sep 2015
La noticia llega una semana después de que el gobierno de Dilma Rousseff confirmara que el país se encontraba en recesión técnica y a menos de dos semanas de que su administración enviara al Congreso un proyecto de Presupuesto para 2016 deficitario en más de 7.000 millones de euros.
"Los desafíos políticos que enfrenta Brasil siguen pesando en la capacidad del Gobierno de enviar al Congreso un presupuesto que sea condicente con la política de ajuste fiscal sugerida al inicio del mandato de la presidente Dilma Rousseff", dice la agencia en el texto con el que comunicó su decisión.
El proyecto de Presupuesto, cuyo déficit equivale a un 0,3 del PIB, "refleja una falta de acuerdo con la composición y magnitud de las medidas necesarias para reequilibras las cuentas públicas", justificó la agencia, una de las tres calificadoras internacionales de riesgo más influyentes.
Moody’s y Fitch, por su parte, mantienen su confianza en el país, aunque muy cerca del nivel más bajo próximo del grado de especulación (a un punto la primera y a dos puntos la segunda).
Una rebaja anunciada
La decisión de S&P confirma la evaluación que realizara hace dos meses la agencia local Austin Rating, que ya le había quitado el grado de inversión a Brasil cuando reportó a inversores brasileños y extranjeros (el 23 de julio) sus dudas sobre la capacidad del país de honrar sus compromisos de largo plazo en moneda extranjera.
En aquel momento, Austin anticipó la misma rebaja que llega ahora de S&P en la nomenclatura del riesgo: de BBB- a BB+. Aunque el mercado ya la daba por sentada, esta señal de deterioro en la evaluación externa del país impacta al país en medio de una aguda crisis política, en la que hay sectores que llegan a reivindicar la destitución de Rousseff.
Para complicar el panorama, la sociedad brasileña asiste diariamente a las revelaciones de una investigación judicial que se perfila como la más profunda hasta ahora realizada contra la corrupción y que involucra a numerosos miembros de la clase política y empresaria.
Crisis en el límite
Manifestaciones callejeras conjugadas con movimientos parlamentarios y del propio equipo de gobierno vienen sucediéndose desde el inicio del segundo mandato de Rousseff, quien ha perdido su popularidad hasta caer a un 8% de aprobación entre enero y agosto últimos.
El desconcierto ha producido un virtual aislamiento de la mandataria, el crecimiento de la figura de su vicepresidente y mayores arremetidas de la oposición para desalojarla del palacio presidencial en medio de un generalizado malestar ministerial.
Tras conocer la mala nueva, el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, ha salido a decir este miércoles que Brasil "no está al borde de una crisis. Es un país que se está adaptando a un ambiente mundial muy diferente".
La pérdida del grado de inversión "indica la importancia de que continuemos trabajando para la recuperación fiscal como uno de los principales apoyos para retomar el crecimiento", le dijo el funcionario al canal local Globo, pocas horas después de conocerse la novedad.