Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), tiene una respuesta clara: "Para que nuestras medidas cosechen sus beneficios por completo, otros ámbitos políticos deben contribuir mucho más resueltamente a escala nacional y europea". Concretamente, cree que "son necesarias reformas estructurales", y también "políticas fiscales" que, no obstante, "no dejen de cumplir con las normas […]
Dirigentes Digital
| 16 sep 2016
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), tiene una respuesta clara: "Para que nuestras medidas cosechen sus beneficios por completo, otros ámbitos políticos deben contribuir mucho más resueltamente a escala nacional y europea". Concretamente, cree que "son necesarias reformas estructurales", y también "políticas fiscales" que, no obstante, "no dejen de cumplir con las normas de la Unión Europea (UE)". Y detalla aún más: "Los países con ‘espacio fiscal’ deben usarlo. Alemania tiene ‘espacio fiscal’".
No se cansa el banquero italiano de pedir la ‘colaboración’ de los Gobiernos y cada vez son más los analistas y grandes firmas de inversión que suman a su ‘yo sólo no puedo’. Un ejemplo es Bank of America Merrill Lynch, que considera que la vía de inversiones, incentivos impositivos, etc. "deberían beneficiar a la renta variable mundial, no sólo directamente a determinados sectores con menos impuestos y más gasto, sino también por su impacto en la mejora del crecimiento y la confianza".
Sin embargo, los ‘experimentos’ de esta ‘vía fiscal’, como el Plan Juncker, no están teniendo los efectos (deseados) esperados. Para empezar, como explica Capital Economics, este programa "no es en realidad un nuevo estímulo, sino la simple reasignación de los fondos que ya estaban destinados a subvencionar proyectos de inversión".
Echando un vistazo a los datos, es cierto que el crecimiento se ha acelerado desde su puesta en marcha en 2015, pero, señalan, "este aumento fue probablemente solo un reflejo de la recuperación económica general y unas condiciones más flexibles de financiación, pues la inversión real ha retrocedido".
Un análisis realizado por el think thank Bruegel, de hecho, ha mostrado que sólo uno de los 55 proyectos aprobados para el primer año del Plan Juncker fue realmente diferente de los que normalmente apoya el Banco Europeo de Inversiones (BEI).
Tampoco los Gobiernos han presentado grandes proyectos de infraestructuras para atraer fondos: de los 108 que actualmente anuncia la web del Plan, sólo 12 requieren una financiación superior a los 1.000 millones de euros (y la cifra cae a cinco si se excluye a Grecia). Es más, apuntan estos expertos, "la falta de entusiasmo en este ámbito, les llevo a reasignar dinero para pymes, que podría ayudar a los países más débiles, pero hace menos para impulsar las perspectivas de crecimiento a largo plazo".
Así, concluyen: "Hay pocas señales de que la extensión del Plan Juncker incrementen de forma significativa las previsiones económicas de la Zona Euro. Con el débil panorama, que pesa sobre la disposición de los inversores privados a comprometer fondos, para que la inversión repunte aquellos países con ‘espacio fiscal’ deben impulsar la inversión o todas las naciones deben acordar una armonización fiscal entre ellas. Y ninguna de estas dos cosas pasará pronto".