El llamado “hard landing” de China o aterrizaje forzoso vuelve a copar las primeras líneas de los titulares en el entorno de los mercados. Hace más de un año la devaluación del yuan y la posibilidad de que la economía de gigante asiático se ralentizara produjo absolutas convulsiones en la renta variable mundial. Agitaciones que […]
Dirigentes Digital
| 24 may 2017
El llamado “hard landing” de China o aterrizaje forzoso vuelve a copar las primeras líneas de los titulares en el entorno de los mercados. Hace más de un año la devaluación del yuan y la posibilidad de que la economía de gigante asiático se ralentizara produjo absolutas convulsiones en la renta variable mundial. Agitaciones que luego quedaron olvidadas a medida que se iban conociendo nuevos datos macroeconómicos. Ahora parece que vuelve a reaparecer el fantasma de la incertidumbre de la economía china con el último cambio por parte de la agencia de calificación norteamericana. “El recorte refleja las proyecciones de Moody’s de que la solidez financiera de China quede erosionada de alguna forma en los próximos años, a medida que la deuda continua creciendo mientras que el crecimiento potencial se desacelera”, explicó a través de un comunicado. “Aunque las reformas en marcha probablemente logren transformar la economía y el sistema financiero a tiempo, no es probable que logren evitar un aumento material de la enorme deuda de la economía”, añadió Moody’s. Por tanto, las dudas están en si se producirá de nuevo un terremoto que puede alcanzar a la economía mundial sobre todo por los temores a que la expansión del crédito en el país pueda sufrir un colapso. Y es que después de la crisis financiera, el crecimiento económico de China se ha basado en el crédito y la inversión conducidos por una política monetaria acomodaticia. Como resultado, la deuda total de China aumentó del 145% del PIB en 2007 a casi 260% del PIB a finales de 2016, lo cual generó estrés en el sistema bancario nacional y la disminución de la eficiencia de las inversiones. La deuda de China sigue creciendo a un ritmo acelerado (13% interanual en 2016), aunque a un ritmo decreciente. Mientras, el ratio de morosidad alcanzó 1,8 en 2016, frente al 1 de 2012. El sector corporativo ha sido el mayor contribuyente a la tendencia explosiva en el mercado de crédito. La deuda corporativa alcanzó el 160% del PIB en 2016, frente al 100% del PIB en 2008. Los bancos chinos proporcionan la mayor parte de la financiación de la economía. Los créditos y préstamos de los bancos representan el 70% de la financiación total (TSF). Los préstamos no bancarios, denominados actividades bancarias paralelas, representan el 16% de TSF, mientras que los mercados de capitales, por su parte (financiación de acciones y bonos), representan la parte más pequeña del TSF (14%). Para el equipo de análisis de ETF Securities, esta situación con el auge crediticio en China “podría llevar al estrés en el sector bancario nacional y a períodos prolongados de crecimiento económico por debajo de la tendencia”. Con todo no ven riesgos “de contagio de China al sistema financiero global que se contendrá debido a la cantidad limitada de pasivos chinos mantenidos en el extranjero”. De esta forma esperan “una mayor aversión al riesgo hacia los activos chinos a corto plazo, junto con una mayor volatilidad de las divisas, además de un riesgo en el mercado de bonos dependiente de la decisión de la próxima política del BPC (Banco Popular de China)”. Los miedos pueden seguir.