No cabe duda de que los avances tecnológicos están modificando todos los aspectos de la vida cotidiana que abarcan desde la forma de relacionarse con el entorno y con resto de personas, hasta la rutinas de trabajo. En este sentido, la interconexión entre dispositivos ha propiciado un nuevo contexto donde no solo desaparecerán nuevos empleos […]
Dirigentes Digital
| 01 dic 2017
No cabe duda de que los avances tecnológicos están modificando todos los aspectos de la vida cotidiana que abarcan desde la forma de relacionarse con el entorno y con resto de personas, hasta la rutinas de trabajo. En este sentido, la interconexión entre dispositivos ha propiciado un nuevo contexto donde no solo desaparecerán nuevos empleos fruto de esos avances, sino que además se crearán otros nuevos que requieren un perfil adaptado a las necesidades del siglo XXI. Según un informe elaborado por la consultora McKinsey, alrededor de 375 millones de personas en el mundo se verán obligadas a cambiar de empleo antes del año 2030 fruto de la automatización de los procesos. Una cifra que en términos porcentuales representa un 15% a nivel global. Un nuevo escenario donde Internet de las Cosas (IoT) juega un papel relevante en todos los mercados, a pesar de que su definición todavía genere algunas dudas, según los expertos. Lo que si está claro es que esta interconexión digital entre objetos con acceso a Internet sin necesidad de la actuación humana, presenta un enorme potencial de crecimiento. En el momento actual, existen un total de 8.400 millones de dispositivos conectados a nivel mundial, lo que supone un crecimiento del 31% con respecto a 2016, según datos de la consultora Gartner. Casi todos los sectores si no se han visto afectados, lo harán en un futuro no tan lejano tras la implantación de los nuevos procesos productivos. El agrícola es uno de los ámbitos donde ya está en marcha. Obtener información detallada sobre el cultivo, el suelo o de las variaciones climáticas en tiempo real ya es posible a través de cualquier tablet o smartphone. Se trata de avances que no solo mejorarán la calidad de vida de los trabajadores, sino que además, permitirá obtener una mayor rentabilidad de los cultivos. “La agricultura inteligente es un paso más para el desarrollo e innovación del sector agroalimentario”, asegura el director de inversiones de Sodena, Alberto Clerigué. El experto ha analizado algunas de las aplicaciones del Internet de las Cosas en el ámbito agrícola. TRACTORES INTELIGENTES Los smart tractors o tractores inteligentes sustituyen la cabina del conductor por un sistema autónomo basado en cámaras, radares, GPS y sensores que detectan obstáculos y hacen que el vehículo cambie de dirección para evitar impactos. El agricultor solo tiene que programarlo a través de una aplicación e incluso tiene la posibilidad de hacerlo trabajar de manera simultánea con otros tractores. Para conectarlo, el usuario solo tiene que registrar en la app mapas con los límites del terreno. DRONES Muchos agricultores los utilizan ya para conocer con precisión en tiempo real el estado de los cultivos y así poder realizar una fumigación de precisión. En Polonia, por ejemplo, han comenzado a trabajar con los denominados ‘drones abeja’ para favorecer la polinización mundial y evitar el impacto provocado por la disminución del número de abejas. MONITORIZACIÓN EN LÍNEA La monitorización en línea a través de sensores permite a los agricultores conocer desde su smartphone o tablet la temperatura, la humedad y el tamaño del tallo de la fruta o cultivo. En función del estado del sembrado se puede adecuar a cada finca el tratamiento de fertilizantes y fungicidas de forma eficaz y precisa, llegando a reducir los costes en casi un 30%. GANADERÍA CONECTADA En este campo existen herramientas y sensores que miden el movimiento del ganado, controlan su nutrición e, incluso, su capacidad reproductiva. Gracias a ello, los ganaderos pueden saber en todo momento la localización de los animales para facilitar su recuento y disminuir el riesgo de robo. CONTROLES DE PLAGAS INTELIGENTES Se instalan en los cultivos y funcionan a través de sensores remotos. Sirven para avisar a los agricultores sobre cuáles son las condiciones más adecuadas para la proliferación de plagas y permite combatirlas gracias al uso de las nuevas tecnologías.