Poco después de publicar su guía Jubilación, más que un plan de pensiones, el equipo de Borrajeros analiza la situación de la industria, llegando a algunas firmes conclusiones como que los inversores están acostumbrados a elegir los planes de mayor tamaño, no los más rentables. Tal vez por la presión comercializadora de las entidades financieras, […]
Dirigentes Digital
| 15 dic 2015
Poco después de publicar su guía Jubilación, más que un plan de pensiones, el equipo de Borrajeros analiza la situación de la industria, llegando a algunas firmes conclusiones como que los inversores están acostumbrados a elegir los planes de mayor tamaño, no los más rentables. Tal vez por la presión comercializadora de las entidades financieras, sobre todo en la recta final del año.
Sin embargo, su análisis sirve para detectar ‘falsos mitos’ en un sector que en los últimos años se ha convertido en epicentro de debate, ante una población cada vez más envejecida que ve cómo los sistemas públicos de pensiones no serán capaces de cubrir sus necesidades en el momento de la jubilación. Desde Abante, destacan varias ideas que evidencian cómo no solo se trata del producto en sí, sino de cómo se aproxima el inversor a ellos.
1. Desde la firma critican que las aportaciones se concentren a final de año, cuando las entidades apabullan al ahorrador con el lanzamiento de productos para aprovechar que se empiezan a buscar fórmulas para rebajar la factura fiscal en la declaración de la renta. "De media, el 56% de las aportaciones se dejan para el último trimestre. En 2014 el 60,5% se hicieron entre septiembre y diciembre. Este comportamiento juega en contra del inversor, especialmente en la renta variable: sale un 2,5% más caro que el ahorro periódico", indican los expertos.
2. Por su carácter conservador, los inversores eligen los planes de pensiones de mayor tamaño, "que no son ni los más rentables ni los más baratos". A juicio del equipo de Borrajeros, esto provoca que "por no llevar a cabo un análisis y una elección correctos, obtengan rentabilidades bajas por su ahorro para la jubilación".
En este sentido, el experto recuerda que los 10 planes más grandes en cada categoría superan el 30% de los partícipes en todas las categorías y en el caso de la renta fija a largo plazo acaparan más del 70%. "Sin embargo, si miramos la rentabilidad anualizada (media ponderada de los últimos años) de estos 10 planes, nos damos cuenta de que están obteniendo rendimientos bajos por su dinero", indican. En cifras, apuntan a que en renta fija a largo plazo, por ejemplo, ese casi 80% de los inversores en planes de pensiones, a tres años, obtiene un 4,5%, pero a diez años se queda en el 2,5% y a un año están en negativo.
3. Desde Abante señalan cómo "si nos fijamos en las comisiones, de nuevo los 10 planes de pensiones de mayor tamaño no son la mejor opción, ya que tienen una comisión más elevada que los más rentables".
4. Otro de los factores que juega en contra de la posibilidad de obtener mayores rendimientos, es que "la renta variable es claramente el activo más despreciado por los principales planes de pensiones y por los partícipes". Todo a pesar de que, precisamente por su mayor riesgo y su mayor rentabilidad, la renta variable debería estar pensada para el ahorro a largo plazo.
Los datos recopilados por Abante demuestran cómo en la distribución del patrimonio por exposición a activos subyacentes, la renta variable no llegó al 30% en 2014. Y este año se sitúa en el 30%. "Pese a que los activos sin riesgo en la actualidad no pagan prácticamente nada, se aprecia la concentración del patrimonio en planes garantizados y planes de renta fija mixta", indican los expertos.
5. Los expertos recuerdan además que los supuestos de liquidez se han ampliado y desde 2025 el dinero se podrá recuperar a partir del décimo año. Respecto a la fiscalidad, "que es la excusa de muchas de las campañas de planes de pensiones y uno de los aspectos que se critican ("lo que te ahorras cuando aportas lo pagas en el rescate"), cabe decir que las deducciones de las que se benefician los inversores cuando van ingresando el dinero en el plan sí constituyen una ventaja". Los expertos recuerdan que, por un lado, el diferimiento fiscal permite obtener un mayor rendimiento porque eso que nos ahorramos podemos invertirlo y, por otro, es frecuente que el contribuyente tenga un tipo inferior cuando se jubile que durante la etapa activa, por lo que pagaría menos impuestos por ese dinero en el futuro.
Y ponen un ejemplo. Un asalariado sin hijos y con unos ingresos de 70.000, si aporta 8.000 euros anuales a un plan de pensiones (que dé un 4%), cuando haga la declaración Hacienda le devolverá el 46% de lo aportado (3.680 euros). Cuando llegue el momento del rescate, percibirá la pensión máxima. Si, además, cada año rescata 8.000 euros del plan, el porcentaje del rescate que paga a Hacienda es el 36,34% (2.907 euros).
Desde Abante insisten en que a este beneficio (paga menos en el rescate de lo que se ahorra con la aportación) hay que sumarle el efecto del diferimiento fiscal: si esos 3.680 euros que le devuelve Hacienda los invierte al 4% (sumado con la inversión en el plan de pensiones) entre los 50 y los 64 años acumula al final un total de 168.969 euros.
Es decir. Tal y como explican los expertos, si no hubiera contratado el plan y cada año los 8.000 euros los hubiera invertido a través de otro producto con la misma rentabilidad (un 4%), al final del periodo tendrá (después de pagar impuestos) 160.189 euros, es decir, 18.024 euros menos que habiendo contratado un plan de pensiones. "Si la rentabilidad en lugar de ser un 4% fuera un 5%, con el plan de pensiones conseguiría 20.608 euros más, es decir, un punto porcentual más de rentabilidad le ha supuesto un 12% más de ganancia".