JP Morgan Asset Management ha presentado sus previsiones para el primer trimestre. En ellas, la entidad considera que 2015 podría ser un año favorable para los inversores en activos europeos gracias a una menor austeridad, reformas económicas estables, un banco central más proactivo y el descenso del euro. 1. Menos austeridad Durante tres años, de […]
Dirigentes Digital
| 16 ene 2015
JP Morgan Asset Management ha presentado sus previsiones para el primer trimestre. En ellas, la entidad considera que 2015 podría ser un año favorable para los inversores en activos europeos gracias a una menor austeridad, reformas económicas estables, un banco central más proactivo y el descenso del euro.
1. Menos austeridad
Durante tres años, de 2010 a 2013, la zona euro ha tenido que ajustarse el cinturón en el gasto público, como resultado del programa de recorte de gastos impuesto por políticos a nivel nacional y supranacional para abordar el creciente déficit y los elevados niveles de deuda. La política fiscal no va a ser demasiado estimulante en los próximos años, pero el Fondo Monetario Internacional estima que el periodo entre 2013 y 2016, el nivel del ajuste fiscal en la zona euro será solo una fracción del vivido en el pasado.
2. Reformas lentas pero estables
Una actitud propensa al crecimiento requiere reformas políticas a nivel nacional para abordar las restricciones y barreras históricas que frenan el crecimiento. El proceso de reformas en la zona euro se ha visto afectado por el entorno político, pero países como España están ahora empezando a ver los beneficios tras varios años de reformas estructurales difíciles, con la inversión privada en aumento y mejores niveles de empleo. Se aprecian también indicios alentadores en Italia, donde el Primer Ministro, Matteo Renzi, está tratando de eliminar algunas de las leyes más restrictivas del mercado laboral y conseguir que el proceso electoral facilite nuevas reformas. Entretanto, las reformas en España están empezando a traducirse en mayores tasas de crecimiento. En resumen, los avances son lentos pero van en la dirección correcta.
3. Un posible cambio de dirección en el ciclo de crédito
Hasta ahora, la recuperación de la zona euro no ha venido acompañada de crecimiento del crédito, puesto que los bancos han reducido sus balances y se han desapalancado. Un entorno normativo más estricto obligó a los bancos a mejorar sus ratios de capital mientras el Análisis de Calidad de los Activos (AQR por sus siglas en inglés) y las pruebas de estrés relacionadas provocaron que los bancos rehuyeran todo lo que pudiera percibirse como arriesgado y restringieran las prácticas de préstamo. Sin embargo, ahora que ya se ha completado el Análisis de Calidad de los Activos, esa carga ya no pesa sobre los bancos y, aunque puede que el crédito no se dispare, sí que se puede esperar un alza moderada en el préstamo a las empresas. Observamos algunos primeros indicios de este hecho en la última encuesta del préstamo bancario del Banco Central Europeo (BCE), que muestra que los bancos no solo están facilitando el acceso al crédito, sino que también está aumentando la solicitud de préstamos por parte de particulares y empresas.
4. Un banco central deseando actuar
De "lo que sea necesario" a "todo lo que debamos hacer", el Presidente del BCE, Mario Draghi, se ha mostrado firme en su compromiso para recuperar tanto la inflación como el crecimiento en la zona euro. Aunque el Consejo de Gobierno del BCE no siempre ha respaldado a Draghi, sí ha manifestado públicamente su disposición a aprobar la ampliación de su balance general en un billón de euros. Draghi ha confirmado que el BCE ya se está preparando para aplicar medidas adicionales de flexibilización con el fin de alcanzar dicho objetivo, como la compra de bonos corporativos no financieros o incluso bonos soberanos, de ser necesario. Se prevé que estas medidas se comiencen a introducir en la primera parte de 2015.
5. Un euro más débil
En efecto, la decisión del BCE de incrementar el volumen de su balance es un intento de forzar la pérdida de valor del euro. Durante 2014, el euro se depreció un 12% frente al dólar y se prevé que siga bajando, a medida que el BCE se encamina hacia su objetivo de tres billones de euros de balance. Un euro más débil incrementa el coste de las importaciones, compensando parte de las presiones deflacionarias con la reducción de la demanda interna y la bajada de los precios del petróleo. Sin embargo, un euro más bajo beneficia a las empresas porque la mitad de los ingresos de las empresas europeas provienen de fuera de Europa y el efecto de la divisa debería empezar a traducirse en beneficios más elevados.