Es cierto que el pasado año la economía mundial registró un crecimiento del 3,1%. Sin embargo, y aunque la cifra no es para lanzar los cohetes al vuelo, las Bolsas no respondieron al estímulo y el MSCI AC World Index se mantiene actualmente un 3% por debajo del nivel que tenía a principios de 2015. […]
Dirigentes Digital
| 21 abr 2016
Es cierto que el pasado año la economía mundial registró un crecimiento del 3,1%. Sin embargo, y aunque la cifra no es para lanzar los cohetes al vuelo, las Bolsas no respondieron al estímulo y el MSCI AC World Index se mantiene actualmente un 3% por debajo del nivel que tenía a principios de 2015.
"A lo largo de los últimos años, la rentabilidad de los mercados de renta variable se ha ido desconectando de la rentabilidad de la economía mundial. Los inversores deben ser conscientes de las repercusiones de esta desconexión, puesto que los mercados de renta variable ya no reflejan los fundamentales del crecimiento económico", indican los expertos de JP Morgan AM en sus perspectivas trimestrales.
Desde la firma apuntan directamente a la escasa exposición de las cotizadas a los segmentos que sí están tirando de la economía global. "Con las empresas de energía y minería aportando el 19% de los beneficios en Europa y el 11% en los EEUU, no debería sorprender que la caída de los precios de las materias primas haya hecho sufrir a los mercados de renta variable", indican.
Desde la firma recuerdan que, en sentido opuesto, EEUU y Europa tienen una exposición menor a los factores que están mejorando. "En ambas regiones, un consumo sólido ha respaldado el crecimiento económico en los últimos años". Sin embargo, los dos mercados de renta variable obtienen un porcentaje relativamente pequeño de sus beneficios de los consumidores domésticos, "lo que significa que la renta variable no se está beneficiando plenamente de la solidez del consumo", aseguran.
A su juicio, la clave para gestionar la desconexión entre economías y mercados en una cartera es asegurarse de que "el inversor está expuesto a los factores económicos en fase de mejora y protegido contra los efectos negativos en las áreas de la economía que se enfrentan a dificultades".
Bajo este escenario, los expertos consideran que la rentabilidad futura prevista para la renta variable dependerá en gran medida del crecimiento de los beneficios y los dividendos. "Desde 2010, cerca del 20% de la rentabilidad total en la renta variable vino de los dividendos. Es de esperar que ese porcentaje aumente de manera significativa", explican.
Así, y considerando los objetivos de inversión como rentabilidad, generación de rentas y gestión del riesgo, el actual entorno de bajas tires supone desafíos para los inversores en los tres frentes. "Inevitablemente, la búsqueda de ingresos empujará a los inversores hacia los activos de mayor rentabilidad, lo que a su vez incrementará el riesgo de la cartera", indican los expertos, asegurando que "las estrategias transparentes y líquidas de hedge funds y de tipo macroeconómico, con una rentabilidad bruta superior al 5%, constituyen una alternativa muy atractiva como fuente de rentabilidad global elevada y mayor diversificación".