Al considerar el panorama inversor en renta fija en 2015, anticipamos una considerable divergencia entre regiones. El desplome del petróleo conducirá seguramente a cambios significativos en la financiación de muchos países, así como a fluctuaciones continuadas en los tipos de cambio: muchos países aplicarán políticas de "empobrecer al vecino" para tratar de devaluar sus divisas. […]
Dirigentes Digital
| 12 may 2015
Al considerar el panorama inversor en renta fija en 2015, anticipamos una considerable divergencia entre regiones. El desplome del petróleo conducirá seguramente a cambios significativos en la financiación de muchos países, así como a fluctuaciones continuadas en los tipos de cambio: muchos países aplicarán políticas de "empobrecer al vecino" para tratar de devaluar sus divisas. También cabe la posibilidad de que las autoridades monetarias de los distintos países modifiquen sus posturas para navegar las corrientes de la actividad económica a nivel mundial. La Reserva Federal estadounidense, por ejemplo, ha completado su programa de compra de bonos y ha manifestado su expectativa de mayores tipos de interés. Por su parte, el Banco Central Europeo ha sucumbido a la presión y ha anunciado su propio programa de compras de deuda pública.
En un extremo, algunos participantes en los mercados de renta fija quizá anticipen una repetición del mercado bajista de 1994, cuando la Fed subió su tipo de intervención en 300 puntos básicos. Por muy improbable que sea este escenario, los riesgos de una caída de los mercados de deuda son considerables y deberían considerarse con detenimiento. El alza de los tipos de interés puede conducir a rendimientos totales negativos a medida que suben las rentabilidades por cupón de la deuda, exponiendo a los inversores limitados por fondos de renta fija tradicionales a un riesgo real de minusvalías de su capital invertido.
Al mismo tiempo, los inversores en deuda también se enfrentan a la paradoja de que, por muy abundante que sea la liquidez inyectada por las autoridades monetarias, los cambios a nivel regulatorio y del comportamiento inversor han provocado situaciones de inquietante iliquidez en los mercados financieros. En parte, esto se debe a los nuevos requisitos de capital impuestos a los bancos, que han conducido a un fuerte descenso de las tenencias de deuda en los balances de las entidades. Antes, los bancos ofrecían un "colchón" cuando el número de vendedores en el mercado superaba al de compradores, por virtud de su disposición a mantener existencias considerables de deuda. Ahora, sin embargo, las existencias de bonos high yield y con grado de inversión en grandes bancos y primary dealers han disminuido considerablemente desde 2007.
Incluso en el gigantesco mercado de deuda pública estadounidense, un cambio repentino del sentimiento en octubre provocó una caída abrupta y aparentemente exagerada de las rentabilidades por cupón de estos títulos. Los presagios de mayores daños en mercados menos líquidos, sobre todo en aquellos más vulnerables a acontecimientos crediticios inesperados, son claros. La divergencia en los riesgos de iliquidez no es nada nuevo, pero en nuestra opinión, ahora es especialmente importante intentar prever el deterioro de la liquidez y reconocer la situación actual como una oportunidad para diversificar.
¿Por qué un fondo dinámico para invertir en deuda y divisas?
En el contexto de la divergencia que anticipamos en los mercados de deuda y de divisas, pensamos que aplicar un enfoque activo a la hora de invertir en bonos es particularmente apropiado. La composición de los índices de renta fija viene determinada por la capitalización de mercado: cuanto mayor es el endeudamiento total de un país, mayor es su ponderación en el indicador. Cuando un gobierno se enfrenta a dificultades financieras (un escenario muy común desde la crisis de crédito) suele verse obligado a emitir más deuda, convirtiéndose con ello en un componente todavía más grande del índice. Por consiguiente, un enfoque basado en índices de referencia conlleva mayores posiciones en deuda de tales emisores, con independencia de la solidez de sus fundamentales subyacentes.
En nuestra opinión, los índices deberían utilizarse meramente como una herramienta de referencia para ayudar a definir el abanico de oportunidades potenciales de un inversor, y no como un medio para establecer los parámetros de construcción de una cartera.
Los índices tradicionales de deuda pública global están dominados de forma abrumadora por "el bueno, el feo y el malo": los mercados en dólares, euros y yenes representan el 89% de la composición del índice JPM Global Government Bond. Al tratar de diversificar una cartera fuera de estos mercados, consideramos ventajoso buscar mayor calidad crediticia; tratamos de invertir en países donde las cotizaciones ya descuentan mayores tipos de interés oficiales, y cuyas monedas son susceptibles de apreciarse.
Por lo que respecta a la inversión en deuda high yield, también consideramos que aplicar un enfoque basado en un índice de forma muy estricta conlleva riesgos. A 31 de diciembre de 2014, un 77,7% del índice BofA ML Global High Yield Constrained estaba compuesto de valores estadounidenses, lo cual podría crear un sesgo inadecuado en la exposición de un inversor pasivo. Aplicar un enfoque dinámico a la hora de invertir en renta fija debería ayudar a identificar las oportunidades más rentables de cualquier mercado, al no estar limitado por restricciones de domicilio.
Siendo capaz de invertir en crédito high yield y con grado de inversión, en deuda pública y de mercados emergentes, un inversor debería gozar de la flexibilidad necesaria para ajustar su asignación de activos en función del entorno reinante en cada momento. Cada clase de activo presenta características diferentes en distintas fases del ciclo económico. Invirtiendo en todo el espectro de renta fija, un inversor puede intentar suavizar la variabilidad de su rendimiento.
La distribución dinámica de la cartera por clases de activo permite a una estrategia adaptarse a cambios en el ciclo económico, ya se trate de subidas de los tipos de interés, incumplimientos, devaluación o inflación. Los gestores de fondos de renta fija dinámicos pueden emplear cupones variables e instrumentos indexados para adaptarse a tipos al alza, y cambiar su duración para intentar limitar las minusvalías o beneficiarse de rentabilidades por cupón al alza.
Estos gestores también pueden rotar entre crédito con grado de inversión y high yield, en función de las condiciones de mercado, así como invertir en cualquier lugar del mundo y tratar de beneficiarse de los diferenciales de tipos de interés entre las distintas economías. En cambio, los fondos de renta fija tradicionales pueden verse limitados por varios factores, como por ejemplo cupones fijos, tendencia hacia una duración elevada, fuerte dependencia de la exposición al segmento con grado de inversión y denominación en divisa nacional.
A fin de aprovechar la evolución dispar de los distintos mercados y segmentos, consideramos crucial implementar una distribución dinámica de la cartera por clases de activo.
¿Cómo funciona?
En esta estrategia gestionamos asignación de activos, duración, selección de valores y posicionamiento por divisas en base a cuatro clases de activo, sin restricciones de índice de referencia: deuda pública, deuda de mercados emergentes, crédito con grado de inversión y crédito high yield.
La estrategia también emplea un abanico de instrumentos de estabilización y cobertura para intentar amortiguar la volatilidad y proporcionar protección frente a caídas. La flexibilidad de nuestro enfoque nos permite adaptar de forma dinámica tanto la selección de valores como la distribución por clases de activo, a fin de orientar las carteras en base a nuestros objetivos y expectativas a largo plazo.
Paul Brain, es líder de inversión en renta fija de Newton, parte de BNY Mellon