La importante depreciación en las bolsas internacionales ha generado una enorme incertidumbre entre los inversores. Pero esta clase de movimientos tan violentos también pueden ser rentables e implica que se abran nuevas oportunidades para mejorar el saldo de nuestra cuenta corriente. Así lo ha puesto de manifiesto el denominado “índice del miedo” que ha experimentado […]
Dirigentes Digital
| 12 feb 2018
La importante depreciación en las bolsas internacionales ha generado una enorme incertidumbre entre los inversores. Pero esta clase de movimientos tan violentos también pueden ser rentables e implica que se abran nuevas oportunidades para mejorar el saldo de nuestra cuenta corriente. Así lo ha puesto de manifiesto el denominado “índice del miedo” que ha experimentado estos días la mayor subida desde su creación. Esta fuente de referencia no es otra que el VIX, el índice que calcula la volatilidad de las acciones del Standard & Poor’s para los próximos días. Tras la caída del Dow Jones un 5 %, su cotización ha subido un 80 % y ni tan siquiera en los peores momentos de la crisis económica de 2008 se había llegado a estos niveles de confianza. Este escenario plantea la realidad de que la inversión en volatilidad puede ser beneficiosa para obtener amplias plusvalías. Solamente será necesario entrar en el momento oportuno y aprovecharse de los movimientos bajistas en los mercados financieros. No obstante, uno de los principales problemas que se tienen para entrar en estas posiciones es hacerlo con el producto financiero más adecuado. No son muchos los habilitados, pero sí muy potentes por la alta rentabilidad que suelen generar en estos escenarios como el que se ha planteado durante los últimos días. Aunque por los mismos motivos también son muy proclives a que los inversores se dejen caer muchos euros por el camino debido al enorme riesgo que caracteriza a estos productos financieros. VIX: el índice de la volatilidad No pocos inversores desconocen que la volatilidad tiene un índice propio. Se trata del índice de volatilidad del mercado, más conocido como VIX. Su evolución no es para nada compleja ya que sus niveles más elevados los alcanza cuando se genera una alta volatilidad. Hasta el punto de replicar al Standard & Poor’s, pero bajo una tendencia contraria. Es decir, mientras más baja la bolsa, mayores son las apreciaciones de este índice. En cualquier caso resulta muy complicado de operar ya que presenta unas oscilaciones extremas de las que carecen otros índices de la renta variable. Nada mejor que un pequeño viaje a su evolución durante los últimos años para comprobar dos escenarios completamente diferentes. En pleno epicentro de la crisis económica (2008) el VIX se apreciaba nada menos que un 340 %, en contraste con el S & P, su punto de referencia, y que bajaba el 53 %. Por el contrario, en uno de los periodos más expansivos en la bolsa, como en los últimos cinco años, la tendencia cambiaba drásticamente. Aquí el índice de volatilidad es el que retrocedía un 28 %, mientras que la bolsa neoyorquina llegaba a escalar en este periodo un 88 %. Es decir, con replicas completamente contrapuestas en la configuración de sus cotizaciones. Fondos que invierten en volatilidad También estos productos recogen esta característica de los mercados financieros. Se trata de modelos de inversión que optan por diferentes estrategias para mejorar la rentabilidad en los escenarios más complicados para la bolsa. Como por ejemplo, AHL Trend Alternative y cuyo objetivo de inversión es alcanzar un crecimiento de capital a medio plazo con una volatilidad anualizada media del 15 %. Durante 2017 ha generado una rentabilidad del 9,8 %, aunque presentando pérdidas en los ejercicios anteriores, de entre el 0,4 % y 3,8 %. Como consecuencia del proceso claramente expansivo en las bolsas internacionales que llevaron a que los principales índices se situaran por encima del 10 %. Otra modalidad que mantiene estas mismas constantes está representada por el fondo Boussard & Gavaudan Absolute Return que ofrece un enfoque multiestratégico. Esto quiere decir que su cartera de inversión está compuesta por renta variable, volatilidad y renta fija. Es decir, más flexible y activa como para que haya podido revalorizarse un 2,5 % durante el último año. Con una rentabilidad acumulada en los tres últimos ejercicios del 3,16 %. Inestabilidad bursátil en estado puro No obstante, para recoger todos los beneficios de la volatilidad está confeccionado el fondo Absolute Volatility Euro, que ha sido confeccionado por la gestora internacional Amundi. Se trata de uno de los productos más eficaces para aprovecharse de los picos de estos movimientos. Debido a que su comportamiento es más positivo cuando las tensiones se incrementan en la renta variable de los principales mercados, tal y como ha ocurrido durante estos días. Con estas señas de identidad no es extraño que se haya dejado un 17,4 % de su valor durante 2017 y con una rentabilidad acumulada negativa del 6,64 % y 6,09 % en los plazos de 3 y 5 años, respectivamente. Precisamente en un periodo en el que la renta variable ha sido nítidamente rentable. Esta clase de productos financieros, por otra parte, aportan unas comisiones más exigentes que en el resto. Donde fácilmente pueden alcanzar un gasto máximo de suscripción que se aproxima al 2 %. En cualquier caso, no son fondos para mantenerlos en periodos de tiempo muy amplios. Sino que por el contrario, su rentabilidad es más fácil de obtener en permanencias más cortas o en escenarios puntuales que requieren de la presencia de esta característica de los mercados financieros. Es cierto que puede ganarse mucho dinero a través de su contratación, pero a costa de asumir más riesgos que en otros productos destinados a la inversión.