Para financiar sus operaciones, ya sean compras, inversiones o servicios, las personas, empresas y los estados recurren tanto a sus fondos propios como a pedir prestado. Aquí entra en juego el conocido como apalancamiento financiero, "muchas veces nombrado, pero raras veces bien entendido" en palabras de Moody’s. La aproximación más generalizada a este ratio es […]
Dirigentes Digital
| 10 abr 2015
Para financiar sus operaciones, ya sean compras, inversiones o servicios, las personas, empresas y los estados recurren tanto a sus fondos propios como a pedir prestado. Aquí entra en juego el conocido como apalancamiento financiero, "muchas veces nombrado, pero raras veces bien entendido" en palabras de Moody’s.
La aproximación más generalizada a este ratio es "por la proporción de deuda pendiente frente a los ingresos que fluyen al prestatario de dicho dinero". Bajo el supuesto de que cuanto mayores son estos últimos, "menor es el riesgo de que se produzca una interrupción en los servicios o en el pago" de ese pasivo.
Según este enfoque, el apalancamiento es la relación entre una variable "fija" (deuda) y una de "flujo" (ingresos), ésta última mucho más volátil que la primera, por lo que los cambios disruptivos en el apalancamiento suelen ser producto de una disminución de los ingresos que infla el ratio.
"El valor de un indicador macro no se asienta sobre su elegancia teórica, sino más bien sobre su capacidad de ofrecer una guía fiable para predecir eventos futuros", explica la agencia. En este contexto, la cuestión es que medida agregada de apalancamiento financiero para las empresas estadounidenses prevé mejor o explica el riesgo de default.
Al comparar el ratio high yield default con la frecuencia de morosidad esperada (EDF por sus siglas en inglés), medidas de las corporaciones que no tienen "grado de inversión", la firma descubre que "esta última proporciona un medio fiable de evaluar el riesgo futuro desde la perspectiva de una medida del apalancamiento del balance basada en el mercado, que se ajusta a la volatilidad de la capitalización de una empresa".
Por otra parte, tras analizar su "desempeño" en el pasado reciente, Moody’s concluye que el indicador que emplea la relación entre la deuda corporativa y los fondos propior, es preciso en cuanto a la dirección a corto plazo de la morosidad, pero a largo decepcionó a la hora de predecir la crisis financiera.
En este sentido, afirman que a la hora de explicar y predecir el riesgo de quiebra, los ratios agregados de deuda corporativa relativa a beneficios antes de impuestos de la producción actual, o beneficio core, tienden a hacerlo mucho mejor que la proporción de deuda frente a fondos propios.