Los principales indicadores chinos han sufrido el peor arranque de año nuevo en toda su historia. Las caídas, en muchos casos, han rondado el 10%. Aunque el viernes las subidas para Shanghai fueron del 2%. El pánico volvió a apoderarse de los mercados internacionales. Algunos periódicos, incluso, han vuelto a resucitar los temores de una […]
Dirigentes Digital
| 08 ene 2016
Los principales indicadores chinos han sufrido el peor arranque de año nuevo en toda su historia. Las caídas, en muchos casos, han rondado el 10%. Aunque el viernes las subidas para Shanghai fueron del 2%.
El pánico volvió a apoderarse de los mercados internacionales. Algunos periódicos, incluso, han vuelto a resucitar los temores de una crisis como la del año 2008. Pero muy pocos han dicho lo primero que se debe decir en estos casos: las bolsas chinas no son representativas del momento económico del país.
La renta variable china representa, solamente, una quinta parte del sistema financiero local. Está cerrada a la inversión internacional, por lo que pueden darse casos tan extraños como acciones de una misma empresa con precios diferentes según coticen en Shanghai o Hong Kong. "Algunas compañías cotizadas en Shenzhen, antes de estallar la burbuja, tenía un PER equivalente a 90", explica Santiago Vázquez, responsable para Europa del Fondo Quam Asset Management – Hong Kong. "Esto significa que, en 90 años de vida, los accionistas no iban a poder recuperar la inversión", concluye.
El viernes, mientras subían las bolsas, asistía a un seminario sobre perspectivas económicas en China para 2016. Lo organizaba Unirule Institute of Economics, un prestigioso e influyente centro de pensamiento liberal con base en Pekín. "Las bolsas se pusieron en marcha para aparentar que había voluntad de acometer reformas pro-mercado", nos comenta su director, Zhang Shuguang. "Sin embargo, hemos visto que únicamente están sirviendo para financiar a las grandes empresas estatales", concluye.
Dicho con otras palabras, las bolsas chinas son sólo un apéndice, mucho más limitado, del omnipresente sector bancario. Las bolsas chinas de valores, por tanto, no son una amenaza real para la economía del país.
El efecto pobreza sería muy limitado, al haber solamente 90 millones de inversores minoristas, menos del 10% de toda la población. Y, de congelarse el crédito en las bolsas, los bancos seguirían representando casi tres cuartas partes del sistema financiero. Según cifras del Banco Popular de China, sin ir más lejos, los depósitos del gigante asiático equivalen al PIB de Estados Unidos.
¿Qué nos dice la caída?
Ahora bien, el problema viene con lo que nos están diciendo estas caídas en relación al largo plazo. Por un lado, hay menos confianza en China, ahora que Estados Unidos se recupera y sube tipos. El dinero inteligente está marchándose a la primera economía del mundo y, solamente durante diciembre, China perdió reservas valoradas en 100.000 millones de dólares. El banco central chino, para frenar la salida masiva de reservas, ya tuvo que acometer una devaluación del yuan en agosto. Aunque ahora, en los mercados offshore, la divisa china cotiza todavía más débil (casi 6,7 yuanes por dólar).
Hay pesimismo, sin duda, pero ¿está justificado? Bueno, China sabe desde hace tiempo que debe hacer reformas estructurales para crecer de manera sostenible. El antiguo modelo de inversiones masivas, y exportaciones baratas, parece agotado. Y ahora se trata de estimular otros componentes del PIB como el consumo doméstico o las exportaciones de alto valor añadido. Para ello es preciso que haya más empresas, competencia en los mercados y mayores salarios.
En este sentido, la reforma dirigida a terminar con los monopolios estatales es clave. Luego, para garantizar una eficiencia óptima de las empresas, el crédito se debe dejar también en manos del mercado. Los bancos deberán subir sus tipos sobre depósitos para retener el ahorro en China y ello les impedirá seguir prestando, sin prácticamente ninguna valoración del riesgo, al ineficiente sector estatal.
Las bolsas, por otra parte, deberán abrirse a la inversión internacional para que los precios de cotización puedan reflejar fielmente cuánto vale una determinada empresa. Las empresas privadas también deberán poder acceder al crédito, sin tantas dificultades como hasta ahora, mediante salidas a bolsa en los mercados de renta fija y variable. Y, tras todo lo expuesto, el yuan se podría consolidar finalmente como moneda de reserva internacional porque no sería necesario intervenir los capitales.
Como pueden ver, la bolsa es solamente una parte muy pequeña del problema económico que se plantea hoy en China. Y las reformas estructurales necesarias para solucionarlo, también es justo reconocerlo, ya están en marcha. Mientras las bolsas chinas no consigan homologarse a otros índices occidentales, seguiremos viendo burbujas. Mientras el dinero solamente pueda colocarse en depósitos con bajo interés, viviendas infladas y bolsas de juguete, las burbujas serán cíclicas y recurrentes. La gente, los más ahorradores del planeta, seguirán dilapidando sus ahorros. Y se generará descontento.
En una bolsa tan intervenida como la china, comentan desde Natixis, poner límites a las caídas es provocar que ocurran. Cualquier intervención artificial, como todas las que padece la bolsa china, va a generar descensos. La próxima semana, al parecer, se levanta el veto impuesto sobre algunos inversores para que no vendieran sus acciones tras los acusados descensos del pasado verano. El mercado espera que esos inversores no esperen un solo minuto para vender todas sus acciones y largarse de las bolsas. Hoy se han eliminado los límites a las caídas del 5-7%, conocidos como el cortocircuito, sencillamente porque estaba animando las ventas. Pero la bolsa china sigue siendo un ente intervenido y alejado de fundamentales.
No nos extrañe seguir viendo una volatilidad elevada, al menos, hasta que se aclaren también otros puntos nada edificantes como el uso habitual de información privilegiada. Invertir en bolsa, por tanto, es y seguirá siendo una lotería. Y la economía china, que no depende de las bolsas, veremos cómo evoluciona. Si las reformas se hacen a tiempo, y con seriedad, logrará consolidar una economía muy saludable aunque su PIB caiga hasta niveles occidentales del 3%. Si retrasa las reformas, o no son acometidas con la profundidad que se espera, habrá problemas. Y todo, al parecer, deberá dirimirse en estos próximos cinco años, de aquí a 2020.
Alberto Javier Lebrón Veiga (Director de China Capital Limited).