Cuádruple récord histórico en Wall Street (coincidiendo por primera vez desde 1999 los máximos de Dow Jones, S&P 500, Nasdaq Composite y Russell 2000), escalada de los valores cíclicos y los metales industriales, repunte de las rentabilidades de la deuda… Todo a cuenta de las medidas fiscales y el gasto en infraestructuras que deja entrever […]
Dirigentes Digital
| 23 nov 2016
Cuádruple récord histórico en Wall Street (coincidiendo por primera vez desde 1999 los máximos de Dow Jones, S&P 500, Nasdaq Composite y Russell 2000), escalada de los valores cíclicos y los metales industriales, repunte de las rentabilidades de la deuda… Todo a cuenta de las medidas fiscales y el gasto en infraestructuras que deja entrever el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para su llegada a la Casa Blanca. Políticas claramente inflacionistas para mercados y expertos, sí, que presuponen que el mandato del magnate favorecerá “el crecimiento económico americano a corto plazo”, detalla Daniel Pingarrón, analista de IG. Los principales beneficiados de esta ‘esperanza’ han sido los sectores bancario, de recursos básicos, energético, industrial y constructor. También el dólar se ha alzado como “el otro gran ganador”. Y, en el lado contrario, la renta fija, “que ya llevaba en retroceso varias semanas antes de conocerse los comicios, pero que ha visto acelerada la caída de sus precios intensamente en las últimas dos semanas a ambos lados del Atlántico”. Con todo, advierte, parece que “de una forma bastante simplista, y sin atender a cuestiones más sesudas, como las correlaciones entre activos, Wall Street ha dado dos pasos adelante tras la victoria de Trump. Pero lo visto en estas dos últimas semanas dista de ser una reacción lógica y sólida, ni cuenta con un track record de indicios, por lo que no es necesariamente la interpretación definitiva que hagan los inversores”. En este sentido, Julian Jessop, de Capital Economics, considera que el impulso del gasto en infraestructuras esperado puede quedarse en “papel mojado”, a pesar de que “para algunos, parece ser el nuevo QE”. Primero, indica, porque “Estados Unidos parece operar a plena capacidad en este sentido”. Además, añade, estas inversiones “en la práctica, la mayor parte de ellas tarda mucho tiempo en aportar beneficios importantes, mientras tanto los costes los superan” y cita como ejemplo a China y Japón. Y, finalmente, el gasto en infraestructuras, “independientemente de los beneficios a largo plazo, aún tiene que ser financiado”. Recordemos que Bill Gross en su carta mensual a los inversores de Janus Capital afirmaba tajante que el republicano “probablemente sea perjudicial para los desempleados y trabajadores con bajos salarios”. Reconocía que “su política un mayor gasto en defensa e infraestructuras combinada con menores impuestos a las empresas dinamizará al sector privado, pero seguirá favoreciendo capital frente a trabajo, mercado frente a salarios, y esto no es más que un mantenimiento del statu quo”. Mientras Ethenea añade que “a día de hoy no está nada claro que la mayoría republicana de ambas cámaras vaya a compartir esta política; de hecho, este partido es más bien contrarios al gasto público financiado con deuda. Esto sería más propio de la política de Bernie Sanders. Así pues, tendremos que esperar a ver qué pasa”.