El IPC se contrajo en abril un -0,1%, más de lo esperado por el consenso. Se trata del dato más bajo desde 1960 sobre la base de estimaciones históricas comparables y desde que se empezó a recopilar este indicador en 1989, según la Oficina Nacional de Estadística (ONS por sus siglas en inglés) británica. Por […]
Dirigentes Digital
| 20 may 2015
El IPC se contrajo en abril un -0,1%, más de lo esperado por el consenso. Se trata del dato más bajo desde 1960 sobre la base de estimaciones históricas comparables y desde que se empezó a recopilar este indicador en 1989, según la Oficina Nacional de Estadística (ONS por sus siglas en inglés) británica.
Por componentes, los analistas de Barclays explican que "las tarifas aéreas y marítimas, estacionalmente distorsionadas, junto con alimentos y bebidas no alcohólicas, fueron los principales culpables del descenso". En positivo, destacan, hay contribuciones desde "casi todos los ámbitos y, en particular, en educación, hoteles, café y restaurantes, lo que sugiere que las presiones de la demanda siguen contenidas".
La firma británica describe el dato como "negativo, pero por muy poco", pero, aún a pesar de esta apreciación, ha tomado la decisión de rebajar sus previsiones de inflación para 2015, hasta el 0,2%, aunque mantienen la de 2016 en el 1,6%. Eso sí, señala que este recorte es "más técnico que fundamental".
Estos expertos siguen "esperando que la inflación general se mantenga débil hasta principios del cuarto trimestre de este año, impulsado por una pobre evolución de los precios de la gasolina y los alimentos, antes de rebotar como efecto de base y del comienzo de la transferencia de la inflación salarial".
En este sentido, Chris Williamson, economista jefe de Markit, señala que "la continua falta de inflación es una bendición para los consumidores, que actúa como ‘sustituto’ del incremento salarial que, aunque está mostrando cierta mejora, sigue siendo moderado. Junto a la caída del desempleo, los precios bajos, en especial para el combustible, han impulsado el gasto del consumidor, que está proporcionando el impulso principal para el crecimiento económico actual".
Sin embargo, matiza, "hay un peligro inherente, los índices PMI mostraron una mejora de la actividad demasiado dependiente del sector servicios orientado el consumidor en abril, con tasas de crecimiento que se ralentizan considerablemente tanto en manufacturas como en construcción".
En su opinión, debemos esperar más debilidad en los precios en los meses venideros, pero "cualquier caída en la deflación probablemente sea de corta duración. Reino Unido muestra escasos signos de peligro de hundirse en una depresión deflacionaria al estilo japonés. A finales de año, parece que los precios comenzarán a repuntar, gracias al crudo, y fácilmente en mayo volverán a ser positivos".
Ahora bien, reconoce que hay más incertidumbre en el "cuánto" va a repuntar la inflación, pues un pequeño incremento no sería malo al eliminar a que arraigue una mentalidad deflacionaria (que el consumidor aplace sus compras en espera de precios más bajos), además mantiene al BoE a la espera en su posible subida de tipos. Ahora bien, es más preocupante un aumento marcado, ya que "no sólo sepultará el gasto del consumidor, eliminando el principal motor de crecimiento, sino que impulsará el endurecimiento de la política monetaria del Banco de Inglaterra".
Williamson considera que un fuerte despegue de los precios "de ninguna manera es algo definitivo", al tiempo que "la amenaza de la deflación parece haberse exagerado, y esto es probablemente una de las razones por las que los mercados de renta fija se han visto ‘golpeados’ por este dato (una mayor inflación reduce el rendimiento real de estas inversiones). La rentabilidad de los bonos a diez años (que se mueven inversamente al precio) ronda el 2% ya que el mercado descuenta una mayor inflación en el futuro. Las rentabilidades siguen siendo históricamente bajas, ya que el escenario más probable es un aumento moderado de la inflación y que, como pronto, los tipos subas a finales de este año".
Por su parte, David A. Meier, economista senior de Julius Baer, subraya que "aunque las tasas de inflación negativas son percibidas como deflación, nos gustaría hacer hincapié en el hecho de que sigue siendo la caída de las commodities la mayor fuerte de presión a la baja. Incluso aunque nuestros pronósticos apuntan a precios por debajo de cero, la reversión técnica interanual entrará en funcionamiento al cierre del ejercicio e impulsará el dato por encima del 1% el próximo invierno".
Ahora bien, lo cierto es que la inflación subyacente, sin energía y alimentos, también se ha reducido y esto debería ser "una preocupación mucho mayor para los responsables de la política monetaria, ya que supone un riesgo de ‘efectos secundarios’ en Reino Unido". Así, la contracción experimentada por los precios en abril "apoya nuestra visión de que el Banco de Inglaterra no iniciará las subida de tipos antes de febrero de 2016, lo que mantendrá a la libra débil y confirma nuestro posicionamento bajista".