Según explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de Infova, esta realidad supone un gran problema, ya que los profesionales cansados son menos creativos, gestionan peor los conflictos, se quejan más, soportan mal la tensión, tienden a exagerar las respuestas cuando las cosas marchan mal, trasladan su malestar al equipo, descuidan aspectos claves del negocio, deterioran […]
Dirigentes Digital
| 07 jul 2017
Según explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de Infova, esta realidad supone un gran problema, ya que los profesionales cansados son menos creativos, gestionan peor los conflictos, se quejan más, soportan mal la tensión, tienden a exagerar las respuestas cuando las cosas marchan mal, trasladan su malestar al equipo, descuidan aspectos claves del negocio, deterioran sus relaciones familiares y, en consecuencia, son una bomba de relojería a medio plazo para la organización. Por ello se hace tan necesario el descanso, sobre todo en los meses de más calor, pero aún así hay muchos profesionales que debido a la gran competencia y exigencia a la que están expuestos, deciden aprovechar su tiempo libre, en seguir dedicándose a su trabajo, sin tener en cuenta que cuanto más exigentes son sus labores, más importante es recuperarse de ellas. “Seguir pendiente del entorno o aprovechar para formarse mientras se está de vacaciones, no es algo negativo, pero siempre que se intente desconectar del estrés y se haga para disfrutar y no como una obligación” explica Gonzalo Martínez de Miguel. Hay personas para las que esto es más sencillo, ya que disfrutan de su trabajo, incluso tanto como un hobbie. Es interesante lo que tu cabeza genera cuando decides coger distancia de tu labor habitual y “hacer nada”. Nada estrictamente profesional, claro. Para que la formación en verano sea beneficiosa, el director de Infova explica que la clave es realizarla de una manera más práctica y buscando su lado más divertido. Por ejemplo, “es muy distinto practicar un idioma, apuntándote a un curso de inglés empresarial, que viajar al extranjero y practicar in situ el lenguaje” aclara. El verano es un tiempo para ocuparse en otras cosas. Quizás viajar, leer, participar en proyectos de desarrollo o de cooperación, conversar, ir más al cine, conocer gente nueva, atreverse a probar algo distinto, arriesgarse a intentarlo, fluir con lo que la vida te propone sin tratar de programar o planificar tanto, amar, contemplar…el verano es un tiempo para “jugar” para recuperar la “actitud deportiva” de la que hablaba Ortega y Gasset , quien decía que el único tiempo que de verdad hemos vivido es el que vivimos con actitud deportiva. También es importante saber que con todo se aprende y que el ocio es además una buena manera de adquirir capacidades, que después podamos aprovechar en la vida laboral. Por ejemplo, Martínez de Miguel afirma que la práctica de deportes nos enseña unos valores como el trabajo en equipo, el esfuerzo, que de otra manera son mucho más difíciles de poner en práctica. La lectura puede mejorar nuestro nivel de concentración o viajar puede abrir nuestra mente a nuevos puntos de vista, o aprender a afrontar los problemas con otra perspectiva. Hay que aprender a disfrutar, etimológicamente obtener el fruto de algo, disfrutar una buena conversación, un buen paisaje, una reunión, una velada…disfrutar del privilegio de estar sanos, valorando lo que tenemos sin por ello dejar de soñar.