La caída en desgracia de los mercados emergentes que arrancó con el anuncio de la Reserva Federal (Fed) del tapering (reducción de sus compras de activos o QE), parece que tocó ‘suelo’ el pasado año, no sin antes sufrir el impacto de los temores a un ‘aterrizaje forzoso’ de China y, sobre todo, del hundimiento de […]
Dirigentes Digital
| 22 mar 2017
La caída en desgracia de los mercados emergentes que arrancó con el anuncio de la Reserva Federal (Fed) del tapering (reducción de sus compras de activos o QE), parece que tocó ‘suelo’ el pasado año, no sin antes sufrir el impacto de los temores a un ‘aterrizaje forzoso’ de China y, sobre todo, del hundimiento de las materias primas. Casi cuatro años de duro castigo, en los que dos grandes, como Rusia o Brasil, han entrado en recesión, mientras el gigante asiático se tambaleaba ante la transición de su economía y su elevado endeudamiento, y los principales productores, sobre todo de petróleo, pero también de metales industriales, luchaban contra la corrección de las commodities. Desde fuera y desde dentro, los interrogantes y las dudas han lastrado a los emergentes. La última incertidumbre en llegar es la retórica proteccionista del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que impacta especialmente en México, así como los posibles incrementos de tipos de la Fed. Si bien, con unas previsiones de crecimiento del 4% para este año, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), parece que las economías en desarrollo están logrando capear mejor el temporal, en medio al mismo tiempo de un renovado apetito por el riesgo. Pero, Georges Farre, director de renta fija de mercados emergentes de La Française, llama la atención también sobre el hecho de que “las vulnerabilidades y fragilidades de los últimos tiempos parecen quedar lejos. Las reservas son elevadas y las necesidades de financiación están siendo ampliamente satisfechas mediante emisiones de deuda en divisa local, y no solo con bonos del Tesoro a corto plazo sino con bonos a largo plazo, con vencimientos a más de 30 años”. Datos de JP Morgan, de hecho, apuntan a que el mercado de renta fija soberana de países en desarrollo en divisa local es de 8.000 millones de dólares, diez veces más que en moneda fuerte. “Este es un mercado profundamente líquido. Las rentabilidades reales y nominales son considerables: 10% en Rusia, 12% en Brasil, 7% en Indonesia y México (a marzo de 2017) en un clima de descenso de los precios, tras el pico de inflación que acompañó a la caída de todas estas divisas. Las monedas locales en sí mismas también ofrecen un buen valor. Aplicando el análisis normalmente utilizado de los tipos de cambio efectivos reales, por ejemplo, la diferencia del poder de compra ajustada a los precios con sus principales socios comerciales, éste sugiere que mantienen un considerable potencial alcista”, detalla. Estas estrategias, continúa, “se pueden implementar con vistas a una fuerte apreciación del capital más un elevado carry gracias a los tipos de interés, que proporcionan un colchón suficiente para absorber cualquier shock de volatilidad. Además, durante al menos cuatro años, los fondos de renta fija han estado infrainvertidos en activos de emergentes. La necesidad de regresar, al menos a una ponderación neutra, provocará automáticamente un alza de los precios de estos activos, los cuales, como hemos dicho anteriormente, conservan un elevado valor”.