En este sentido uno de los grandes desafíos es abastecer alimentos mundialmente y a precio razonable. En 2050, vivirán más de 9.000 millones de personas en la Tierra y 3.000 millones entrarán en clase media para 2030. Para ese año la población urbana aumentará en 1.400 millones, sobre todo en China y la India. Pero, […]
Dirigentes Digital
| 22 abr 2016
En este sentido uno de los grandes desafíos es abastecer alimentos mundialmente y a precio razonable. En 2050, vivirán más de 9.000 millones de personas en la Tierra y 3.000 millones entrarán en clase media para 2030. Para ese año la población urbana aumentará en 1.400 millones, sobre todo en China y la India.
Pero, aunque el consumo humano de grano y hortalizas es independiente de los ingresos, el de proteína y aceite vegetal crece con la riqueza. Con recursos naturales, finitos, habrá escasez. Más aún, 670.000 kilómetros cuadrados de tierras se pueden perder hasta 2050. Además, aproximadamente un tercio de los comestibles para consumo humano se pierde o desperdicia, 1.300 millones de toneladas anuales (FAO 2011), por valor de 750.000 millones de dólares (equivalente al PIB Suizo de 2014).
Así que los inversores, ante la creciente demanda de alimentos, pueden financiar empresas que proporcionan soluciones. De hecho, la inversión en estas industrias puede contribuir a mejorar la eficiencia y estabilidad de la producción agrícola global. En concreto, las inversiones para la eficiencia de la cadena de valor agrícola pueden facilitar resolver problemas de malnutrición y mejorar el nivel de vida.
Se requieren grandes inversiones a lo largo de la cadena de valor agrícola
Efectivamente, se requieren grandes inversiones en productividad a lo largo de la cadena de valor agrícola, desde la granja a la mesa: en cultivos, procesamiento y transporte. Además, hay que profesionalizar la granja. La agricultura es el sector más fragmentado del mundo, con capacidad para generar grandes economías de escala y se está desarrollando una industria global de profesionalización, que puede contribuir a mejorar la eficiencia y estabilidad de la producción global. De manera que varias empresas están desarrollando tecnologías que proporcionan soluciones inteligentes para cosechar, mejorar el rendimiento y reutilizar residuos alimentarios: facilitan plantar en función de las condiciones del suelo y desarrollan fertilizantes más eficientes. Según International Food Policy Research Institute, la tecnología de precisión puede aumentar el rendimiento de las cosechas mundiales 67% para 2050.
Además, los fabricantes de equipos agrícolas están incorporando GPS, sensores remotos y análisis de datos que permiten calibrar movimientos de los tractores para minimizar uso de combustible, abonos o semillas. Es el caso del fabricante de abonos Agrium y el de tractores norteamericano John Deere, que invierten enormes cantidades en herramientas de almacenamiento y análisis de datos, de por si una incipiente industria. Otras empresas destacas incluyen la suiza Syngenta, el más grande fabricante de químicos agrícolas del mundo y Mosaic Co., segundo mayor productor de fertilizantes de Norte América. Incluso se está generando nuevas fuentes de proteínas, como insectos, una alternativa rica en grasas, fibra y proteínas para la alimentación animal. Además, el empaquetado anti-bacterias y sensores integrados facilitan la protección de los alimentos en el transporte y mantienen los valores nutricionales para el consumo en el momento óptimo, evitando desperdicio.
En este universo Pictet Agriculture se centra en la eficiencia agrícola, con visión de medio y largo plazo. Es un enfoque global con mayor incidencia de empresas de Estados Unidos. Esta inversión proporciona cobertura natural frente a la volatilidad de las materias primas, evitando su especulación (excluye empresas que generan más de 10% de su facturación en materias primas) y ofreciendo protección contra la inflación. No invierte en tierras sino empresas relacionadas con servicios y productos para la agricultura. Se rige con criterios de sostenibilidad, con restricciones respecto a sistemas ecológicos sensibles. Evita empresas cuyas ventas de organismos modificados genéticamente superan 10% de las ventas. En bio-combustibles sólo tiene en cuenta los que no compiten con los alimentos y tiene restricciones respecto a organismos genéticamente modificados y sistemas ecológicos sensibles.
Patricia de Arriaga, subdirectora general de Pictet AM en Iberia y Latinoamérica.