Los desastres se suceden dentro de las bolsas a nivel mundial. Cuando la situación parece normalizarse para volver a niveles que sitúen a los mercados bursátiles lejos de mínimos y nos encontremos en una posición de posibles alzas, que nos haga retomar un vuelo estable y ascendente. Todo se trastoca por cualquier motivo, ya que […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
Los desastres se suceden dentro de las bolsas a nivel mundial. Cuando la situación parece normalizarse para volver a niveles que sitúen a los mercados bursátiles lejos de mínimos y nos encontremos en una posición de posibles alzas, que nos haga retomar un vuelo estable y ascendente. Todo se trastoca por cualquier motivo, ya que parece sobrar cualquier excusa para que la decepción se adueñe de nuevo de los mercados, lo que se traduce en un mercado teñido de números rojos intensos. La capacidad de reacción ante los desplomes es casi nula, ya que la agresividad de las caídas son muy importantes.
La combinación de niveles de resistencia, -que actualmente parecen infranqueables-, junto con una volatilidad altísima, son una mezcla explosiva que parece detonar automáticamente ante cualquier intento de recuperación.
Cada vez más cerca de los mínimos del mes de enero, incluso en algún mercado superándolo, nos situamos en una tesitura adversa, ya que los datos macroeconómicos no son del todo malos, pero no cumplen las expectativas que se tienen sobre ellos. Después del descomunal esfuerzo que han realizado los bancos centrales en lo que ha política económica se refiere y que aún en algunos casos siguen realizando, los efectos logrados no son lo suficientemente óptimos.
Deberíamos analizar la efectividad de las políticas que se han llevado a cabo y, sobre todo, cuál es la valoración actual del mercado respecto a las mismas, parece que los inversores dan un mayor peso en la actualidad a la desaceleración global que a dichas políticas expansivas. A lo que nos enfrentamos es a un cambio de percepción, ya que antes las alzas en el mercado las sustentaban las actuaciones de los entes económicos a nivel global, pero ahora eso no parece bastar, y es lógico, porque los resultados no son los esperados y más cuando en economías como la estadounidense, se está cambiando el modelo económico y las perspectivas económicas, si no cambia mucho el panorama futuro parece encaminarse hacia una posible recesión.
Los bancos centrales en algunos casos muestran también ese miedo a la no sostenibilidad de crecimiento económico. Un ejemplo claro lo tenemos en Reino Unido. Los datos económicos son tremendamente positivos y el escenario idóneo para un incremento de los tipos de interés, pero el impacto sin unas circunstancias económicas estables parecen asustar al BoE. El problema real es que en una situación como la actual de tipos bajos, en Reino Unido se está dando un encarecimiento de los activos inmobiliarios sustancial, incluso pudiéndose dar una posible burbuja en dicho sector. La distracción que antepone Reino Unido es su continuidad dentro de la UE, con la posibilidad de un referéndum que podría desencadenar también una oleada de ingredientes tóxicos para una economía en la que se podría impulsar el ahorro y no la inversión.
En la situación actual, parece que el mercado le pide algo más a los bancos centrales, pues con una visión de futuro, parecen crecer más incertidumbres que disiparse las ya existentes.
Jorge López es analista de XTB.