Sin ir más lejos, el que se tengan en cuenta las distintas alergias que pueden padecer los más pequeños, para que el hecho de que unos disfruten de sus "chucherías" no provoque la envidia y la tristeza de aquellos que no pueden consumirlas tan alegremente. Pero es que además de unos dulces y unas golosinas […]
Dirigentes Digital
| 05 jul 2014
Sin ir más lejos, el que se tengan en cuenta las distintas alergias que pueden padecer los más pequeños, para que el hecho de que unos disfruten de sus "chucherías" no provoque la envidia y la tristeza de aquellos que no pueden consumirlas tan alegremente. Pero es que además de unos dulces y unas golosinas seleccionados de entre lo más exquisito del mercado, las tiendas de esta enseña cuentan con helados italianos naturales, con palomitas recién hechas, con yogur ‘soft’, con un mundo de detalles imprescindibles para las fiestas… No en vano, sus responsables viajan por Escandinavia, Estados Unidos, Italia, Bélgica, Alemania… en busca de lo último. Así, han transcurridos cuatro años y medio desde la puesta en marcha de la empresa, y además de haber demostrado que el negocio es rentable, y de haber complementado varias líneas de producto para mejorarlo, ya cuenta con una franquiciada a punto de cumplir su primer año de negocio.
"No puede decirse que el consumo de dulces no haya sufrido la crisis, pero lo cierto es que el espíritu emprendedor de la fundadora no iba a permitir que ello le impidiese poner en marcha un buen concepto de negocio", relata Gema Chía, la responsable de la unidad propia que la marca tiene abierta en Móstoles (Madrid). "Ella tiene muy claro su futuro. Se dio cuenta de que quería entrar en la venta al por menor de dulces y golosinas, pero no como el negocio estaba concebido hasta ese momento, sino llevando a cabo algunos cambios sustanciales. El primero de ellos, la estética. Nuestras tiendas son alegres y atractivas, llaman la atención del viandante, le incitan a entrar y hacen que esa visita sea mágica. No en vano pensé en que la continuación del nombre de la cadena, ‘Dulces Locuras del Mundo’, no sólo tenía que hacer referencia a nuestra pasión por los productos que vendemos, sino también volver locos, en el buen sentido de la expresión, a todos los que entrasen en ellas".
Otra diferencia es la selección de producto, pues estamos hablando de tiendas con entre 250 y 300 referencias en caramelos, chicles, chupa-chups, tiras de regaliz, etcétera. Desde un principio el proyecto arrancó con la idea de, una vez comprobada su viabilidad, dar la posibilidad a terceros de aprovechar la experiencia acumulada, y aportarle los conocimientos necesarios para poder poner en marcha el negocio sin sufrir los vaivenes y las incertidumbres de todo comercio que arranca de cero. "No era sólo una tienda en Móstoles, sino el germen, el origen de una cadena de establecimientos", explica esta responsable. "La fundadora dedicó un tiempo y un esfuerzo importantes en idear el concepto y testarlo a fondo, para que, aunque se trate de un autoempleo, la actividad de cada tienda no decaiga porque se trate de una época determinada del año en la que pudiera descender el consumo de un tipo de productos y los emprendedores que apuesten por Madness no vean peligrar sus ahorros. Le gusta pensar que el inversor que apuesta por su marca, lo hace porque ha estudiado un poco el mercado y se ha dado cuenta de nuestra labor de estos años, en los que nos hemos dado cuenta de que solo con las ‘chuches’ no se va a ningún lado. Es necesario añadir al negocio otras líneas de producto para complementar y aumentar de ese modo el tique medio de venta. Como los helados, que en nuestro caso no desdicen de la calidad del resto de productos, sino que son italianos, naturales, sin grasas saturadas, ni colorantes artificiales; o las palomitas recién hechas, para las que hemos buscado una palomitera con carrito; o la repostería creativa, pues una parte de la tienda ha de destinarse a impartir talleres y vender todo el material necesario para esta actividad que está cada día más de moda". No había nada parecido en el mercado. Unir estas cuatro fuentes de negocio complementarias en una ha sido una iniciativa personal testada con éxito en la calle más comercial de una población popular como Móstoles, que muy bien puede replicarse en cualquier población española con al menos entre 25.000 y 50.000 habitantes.
El perfil que busca Madness entre los emprendedores, para conceder franquicias de su concepto, "es el de una persona trabajadora, creativa, pero que sepa aceptar que si la central le aconseja algo es por su bien, y porque ya lo ha probado con anterioridad y se ha dado cuenta de que funcionaba. La idea es formar una familia, más que contar con socios que sólo busquen plusvalías. No es necesario que tenga experiencia en la venta al por menor de dulces y golosinas, porque nuestra idea es formar al franquiciado y/o a sus empleados conforme a nuestro saber hacer". A Gema Chía le gusta dejar claro que en los negocios nada es de color de rosa, y que conviene no engañarse sobre la rentabilidad del negocio o el interés que hace falta para estar de cara al público. "Vamos que no se trata de un negocio del que pueda vivir una familia entera, ni está pensado para el profesional que ha sido toda su vida un ejecutivo, y cuando le quedaba un lustro para jubilarse ha sido despedido de su empresa de toda la vida".
El local necesario para poner en marcha un Madness precisa una superficie de entre 40 y 60 metros cuadrados, para no resultar un poco justo a la hora de impartir los talleres de repostería creativa. Ha de ubicarse preferiblemente en una calle peatonal, o que cuente al menos con una acera "generosa" y es preferible, si los alquileres no son disparatados que esté situado en primera línea comercial o en una gran superficie. La inversión necesaria fluctúa entre los 50.000 y los 80.000 euros, dependiendo de si el nuevo franquiciado desea contar con toda la maquinaria y líneas de negocio o desea empezar con algo más básico. Y contando con que las obras de remodelación sean más bien sencillas. Existe un canon de entrada de 6.000 euros y un pago periódico del 2% de las ventas mensuales. De momento y hasta que la red no alcance un tamaño crítico no existe ‘royalty’ de publicidad. "Es un negocio rentable, que se amortiza en 4-5 años, mientras se gana un sueldo bastante decente; claro está, dependiendo de la zona: en la Puerta del Sol lo tendrías amortizado en un par de años…", concluye esta responsable, quien prevé que en 2-3 años "nuestra cadena puede contar fácilmente con medio centenar de establecimientos en marcha".
Ficha
Creación de empresa: 2009
Inicio de la expansión: 2012
Inversión total (sin IVA): a partir de 30.000 euros
Canon de entrada: 6.000 euros
Royalty de explotación: 2% de las ventas mensuales
Royalty de publicidad: no existe, de momento
Duración del contrato: 5 años, renovables por otros 5
Dimensión del local: entre 50 y 100 m2, según si se quiere montar el negocio "completo", o no.
Requisitos del local: con escaparate a la calle, diáfano y en una sola planta.
Población mínima: 50.000 habitantes