En las últimas semanas, Yellen y tres de los otros cuatro gobernadores que están en Washington han instado en sus discursos y audiencias en el Congreso al gasto público en infraestructuras y otros esfuerzos para contrarrestar el débil crecimiento, las vacilantes mejoras de productividad y la débil inversión empresarial. El quinto miembro ha apoyado esa […]
Dirigentes Digital
| 25 ago 2016
En las últimas semanas, Yellen y tres de los otros cuatro gobernadores que están en Washington han instado en sus discursos y audiencias en el Congreso al gasto público en infraestructuras y otros esfuerzos para contrarrestar el débil crecimiento, las vacilantes mejoras de productividad y la débil inversión empresarial. El quinto miembro ha apoyado esa idea en el pasado.
La Fed no tiene influencia directa en materia de política fiscal y sus responsables normalmente se abstienen de entrar en detalles. Que sus principales miembros hablen con una sola voz envía una señal fuerte a la próxima presidencia y al Congreso respecto de los límites que enfrentan en la fijación de la política monetaria y sobre lo que se requiere para mejorar las perspectivas de la economía.
La conferencia anual de la Fed en Jackson Hole, Wyoming, donde Yellen habla el viernes, se centraría en cómo mejorar la "caja de herramientas" de los bancos centrales, pero el mensaje unánime de los altos miembros de la Fed es que esas herramientas ya no son suficientes.
"La política monetaria no está bien equipada para tratar problemas de largo plazo como la desaceleración en el crecimiento de la productividad", dijo el domingo el vicepresidente de la Fed, Stanley Fischer. Dijo que dependía de la administración invertir más en infraestructuras y educación.
Detrás de la declaración de Fischer hay un rasgo preocupante: la inversión de las empresas ha caído desde los niveles de los años previos y las empresas parecen ya haber dejado de responder a los bajos costes del endeudamiento.
Como porcentaje del producto interior bruto, la inversión anual empresarial en Estados Unidos desde 2008 ha sido de casi un punto porcentual por debajo de la media de la década pasada, según cifras oficiales.
Estimaciones de Reuters indican que el déficit de la inversión ha generado un agujero en el PIB anual que ha crecido hasta el 1 billón de dólares annual frente a lo que podría haber sido si se hubiera mantenido la tendencia previa.
Las empresas han elevado sus recompras de acciones a niveles récord de cerca de medio billón de dólares al año, y se aferran a volúmenes récord de efectivo, pese a la financiación a bajo coste que en teoría tendría que estimular la inversión a largo plazo.
Una investigación de los economistas de la Fed Steven A. Sharpe y Gustavo Suarez sugiere que es porque los ejecutivos no consideran tanto los tipos de interés cuando toman decisiones de inversión y que no están ajustando las tasas de retorno esperadas para que se acomoden a un mundo emergente de bajo crecimiento.
El estudio encontró que las tasa interna de retorno necesaria para justificar proyectos de capital ha "oscilado cerca de 15 por ciento por décadas" y que apenas crecía aun cuando los tipos de interés hubieran caído.
Tales objetivos tenían sentido en tiempos de crecimiento fuerte, pero podrían ser inconsistentes con el actual crecimiento débil, entorno de tipos bajos y un gasto corporativo contenido, sostienen los economistas de la Fed. Eso desafía la noción central de la política monetaria de que los tipos bajos incentivan la inversión al hacer que los retornos de largo plazo sean más atractivos.
La situación ha dejado a los analistas perplejos y algunos ejecutivos sugieren que podría no estar en sintonía con un mundo de crecimiento bajo. La conferencia en Jackson Hole probablemente evalúe muchas soluciones no convencionales propuestas como modo de salir del ciclo de demanda débil, inversión floja y bajo crecimiento que se produjo tras la recesión entre los años 2007 y 2009.
Tanto los banqueros de Estados Unidos como los de otros países han presentado ideas como apuntar a determinados objetivos del PIB o inyecciones de efectivo con "dinero del helicóptero" para generar demanda e inflación, y han estado probando tipos de interés negativos en Europa y Japón.
La política fiscal no está en la agenda de este año, que está dedicada a los detalles de las operaciones de política monetaria. Pero la idea de que los Gobiernos deben intervenir con gasto en infraestructura u otras iniciativas ha estado ganando apoyo entre los banqueros centrales.
El argumento afirma que una inversión pública bien orientada podría pagar por sí misma a través de una productividad y crecimiento más altos, y así hacer que cualquier incremento del gasto público sea comparativamente menos oneroso.