La volatilidad del precio del petróleo en los últimos años ha hecho patente su elevada incidencia sobre la inflación global. En los últimos meses, el precio del crudo ha mostrado una relevante trayectoria alcista que ha llevado a su tasa de variación anual (sobre su valor en euros) por encima del 80% en enero de […]
Dirigentes Digital
| 11 may 2017
La volatilidad del precio del petróleo en los últimos años ha hecho patente su elevada incidencia sobre la inflación global. En los últimos meses, el precio del crudo ha mostrado una relevante trayectoria alcista que ha llevado a su tasa de variación anual (sobre su valor en euros) por encima del 80% en enero de 2017, su mayor incremento en los últimos años. Esta aceleración se ha trasladado automáticamente al índice de precios de consumo (IPC) español, que registró tasas de avance de hasta el 3% durante los dos primeros meses del ejercicio, lo que demuestra su influencia sobre la trayectoria del índice. En concreto, el Banco de España (BdE) ha analizado en su último informe los efectos de la variación del precio del petróleo sobre el IPC, llegando a la conclusión de que un incremento de estos del 10% tendría una repercusión a seis meses de 1,2 puntos porcentuales sobre el índice general, de 3,91 puntos sobre el energético y de 0,14 puntos sobre el no energético. La evolución de la cotización del petróleo en los mercados internacionales es relevante para analizar la trayectoria de la inflación en términos de precios de consumo, por diversos motivos. En primer lugar, el gasto en consumo final de las familias en productos derivados del petróleo (combustibles calefacción, carburantes) es significativo (6,1% según las actuales ponderaciones del IPC). En segundo lugar, el crudo es un factor empleado en la producción de bienes y servicios por parte de las empresas (transporte, tecnologías intensivas). Por último, las fluctuaciones del precio del crudo pueden incidir, a través de sus efectos sobre las expectativas, en la determinación de salarios y márgenes empresariales. Este fenómeno se denomina ‘efectos de segunda vuelta’, que suponen la transmisión a los precios finales por parte de los agentes económicos (empresas) de unas expectativas de inflación más altas vía subida de los precios. Tanto el aumento de los costes de producción como una subida de los salarios nominales fruto de incrementos esperados en el IPC llevará a las empresas a trasladar estas pérdidas a los precios de venta al público.