La agencia de rating Fitch lo tiene claro: "Un programa creíble y efectivo de flexibilización cuantitativa (QE o Quantitative Easing) puede proporcionar apoyo a las 'notas' de los distintos países a través de diversos canales". E, incluso, añade, "potencialmente reducir el riesgo de rebajas". En su opinión, la capacidad de implementar este tipo de medidas […]
Dirigentes Digital
| 25 feb 2015
La agencia de rating Fitch lo tiene claro: "Un programa creíble y efectivo de flexibilización cuantitativa (QE o Quantitative Easing) puede proporcionar apoyo a las 'notas' de los distintos países a través de diversos canales". E, incluso, añade, "potencialmente reducir el riesgo de rebajas".
En su opinión, la capacidad de implementar este tipo de medidas sin desencadenar desórdenes financieros graves, aumenta la flexibilidad de las autoridades monetarias una vez que los tipos cercanos o en cero se alcanzan o acercan. Asimismo, también pueden respaldar la financiación soberana a corto y medio plazo.
"Al reducir el riesgo de deflación y recesión prolongada, el QE puede mitigar el deterioro de los déficits presupuestarios y de los ratios de deuda pública/PIB", afirman estos analistas, quienes explican que los "beneficios" de las compras de activos de los bancos centrales a menudo se transmiten a los Gobiernos en forma de "dividendos", reduciendo aún más los "agujeros" en sus cuentas.
Por otra parte, este tipo de programas aumenta "la flexibilidad financiera de los países, rebajando la necesidad de financiación neta del sector privado, ya que los bonos soberanos son los activos más típicos adquiridos en este tipo de planes".
Con todo, la firma reconoce que la "transmisión" de estas políticas a la economía real es "incierta". Pues, si bien, el QE puede estimularla y ayudar a impulsar la inflación a través de varios canales: "reequilibrios de cartera; impulso de los precios de los activos y de la liquidez interbancaria; debilitamiento de los tipos de cambio"; mejora de las expectativas y de la confianza... lo cierto es que "hay una incertidumbre sustancial respecto a su fuerza y eficacia, dada la evidencia empírica limitada".
En el lado negativo, Fitch advierte que la salida de estas políticas monetarias extraordinarias como es la QE "probablemente será difícil y muy a largo plazo". Además, advierte que estos programas podrían dar lugar a riesgos institucionales", aumentando la dependencia de los Gobiernos al "señoreaje" para mejorar la sostenibilidad fiscal; o una dominancia fiscal con excesiva inflación en el futuro.
Las "otras" consecuencias no deseadas pasan por la aparición de burbujas por el incremento del precio de los activos y el fomento excesivo del apalancamiento; y, principalmente, el impacto en las economías emergentes. Efectos secundarios que podrían incluir una mayor volatilidad de los flujos de capital y los tipos de cambio, aumento de los riesgos para la estabilidad financiera, empeoramiento de los balances externos y dificultades para hacer frente a los "costes" de la deuda denominada en moneda extranjera.
Grandes QE desde 2009
Los cuatro principales bancos centrales del mundo: la Reserva Federal (Fed), el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Japón (BoJ) y el Banco de Inglaterra (BoE) han puesto en marcha (o extendido) desde 2009 programas de flexibilización cuantitativa.
La autoridad monetaria estadounidense llevó, de hecho, a cabo tres rondas de compras entre dicho año y 2012. Los balances de cada banco central crecieron al menos 15 puntos porcentuales en este periodo. Las tenencias de deuda pública más altas son las de Japón, superando el 50% del PIB.