En 2015, España apeló al mercado con una emisión bruta de 237.424 millones de euros, prácticamente la misma que el año anterior. Tampoco varió las emisiones netas, es decir, el volumen de dinero prestado que necesitó España para financiar el déficit, que se situó sobre los 58.000 millones. Lo que sí cambió durante 2015 fue […]
Dirigentes Digital
| 30 may 2016
En 2015, España apeló al mercado con una emisión bruta de 237.424 millones de euros, prácticamente la misma que el año anterior. Tampoco varió las emisiones netas, es decir, el volumen de dinero prestado que necesitó España para financiar el déficit, que se situó sobre los 58.000 millones. Lo que sí cambió durante 2015 fue las condiciones de financiación y para bien. El interés medio que pagó el Tesoro para colocar 237.424 millones fue del 0,8% en 2015 frente al 0,8% de un año antes. Es decir, el emisor se ahorró 1.900 millones de euros por las buenas condiciones del mercado, determinado por los bajos tipos de interés.
El motivo hay que buscarlo en la política expansiva del BCE, que por un lado ha provocado la caída de los intereses a terreno negativo, y por otro en las compras masivas en el mercado de deuda soberana de los Estados miembros, de lo cual España se ha beneficiado. Las medidas extraordinarias favorecieron a todos los instrumentos de financiación del Tesoro, tanto a corto como a largo plazo, permitiendo simultanear una reducción de costes con una extensión de la vida media. El vencimiento medio de la deuda española se sitúa en 6,43 años, según ha publicado el Banco de España, que supone más de tres meses respecto a 2014.
Las iniciativas del BCE se han notado primero en la prima de riesgo, que al final compara las condiciones de financiación de España con Alemania, la referencia del mercado por su estabilidad. La rentabilidad de la deuda pública a diez años en diciembre de 2015 se situó en el 1,69%, 10 puntos básicos por debajo de la correspondiente a diciembre de 2014; este descenso es mayor que los 4 puntos básicos observados en la deuda pública alemana, por lo que el diferencial se redujo en 6 puntos básicos.
Y segundo, se ha notado en las emisiones a corto plazo. Las letras a tres meses registraron tipos marginales negativos desde el pasado mes de abril, algo que se hizo extensivo a todos los plazos de letras al finalizar el año. Por el programa de compras de deuda, el Banco de España ha aumentado la posesión de deuda pública en 51.700 millones.
También influyó en las buenas condiciones de financiación la mejora de percepción sobre la misma. Standard & Poor’s subió el rating de la deuda soberana española hasta BBB+, desde la calificación BBB que le había otorgado en mayo de 2014. Las otras dos principales agencias de calificación crediticia mantuvieron su calificación: Moody’s en Baa2 y Fitch en BBB+, por la inestabilidad política.
Respecto a la tenencia de la deuda por tercer año consecutivo los inversores extranjeros han aumento su exposición al pasivo español. En concreto, se elevó en 1.200 millones hasta los 59.800 millones, fundamentalmente en bonos y obligaciones.
En sentido contrario, se movieron las tenencias del grupo de otras instituciones financieras y de las de las Administraciones Públicas, con caídas, respectivamente, de 13.700 millones y de 15.800 millones. El resto de variaciones fue menos significativo: un descenso de 3.800 millones en las carteras de las empresas no financieras y un aumento de 1.500 millones en las de las familias. De este modo, los inversores no residentes siguen siendo el grupo más importante en términos cuantitativos y mantienen en sus carteras el 50,9% del saldo vivo de bonos y obligaciones, lo que representa un incremento del 3,8% en su cuota de participación. Tras este grupo, siguen en importancia las entidades de crédito (con una cuota del 18,8%), las otras instituciones financieras (con una participación del 12,6%) y el Banco de España (con una cuota del 10,1%).
En relación con las letras del Tesoro, el grupo que más aumentó sus tenencias fue también el de los inversores no residentes, con una expansión de 6.700 millones, mientras que las carteras que más se contrajeron fueron las de las otras instituciones financieras, con un descenso de 2.500 millones. También en el caso de las letras del Tesoro, el grupo de inversores no residentes es el de mayor importancia cuantitativa, con una cuota del 74,6%, lo que supone un aumento del 4,3% en relación con el año anterior.