España mantiene el ritmo de cara al cierre del año y crece un 0,7% en el cuarto trimestre, según los datos del boletín del Banco de España. Tras iniciar 2016 con una expansión del PIB equivalente al 0,8%, y con un leve frenazo en el tercer trimestre (0,7%), la economía española salva el año con […]
Dirigentes Digital
| 21 dic 2016
España mantiene el ritmo de cara al cierre del año y crece un 0,7% en el cuarto trimestre, según los datos del boletín del Banco de España. Tras iniciar 2016 con una expansión del PIB equivalente al 0,8%, y con un leve frenazo en el tercer trimestre (0,7%), la economía española salva el año con todos los indicadores en verde y por encima del resto de países de la Unión Europea. Los motores del crecimiento han sido fundamentalmente la demanda interna, cuya evolución positiva ha guido la recuperación en todos los trimestres, y la recuperación de la inversión de las sociedades no financieras. En el primer caso, la entidad achaca el incremento del gasto interno a la “prolongación del intenso proceso de generación de empleo”, cuya tasa de variación se situó en el 3,1%, y a las condiciones financieras favorables al consumo. También se percibe una ligera mejoría en el flujo comercial con el exterior, en concreto con los mercados emergentes, aunque sólo ha servido para compensar la notable desaceleración experimentada en verano. La inflación también ha evolucionado positivamente a lo largo de este ejercicio, cerrando en el 0,7% según las previsiones del Banco de España. frente al 0,2% o el -0,8% de los trimestres anteriores. La caída de los precios en los componentes subyacentes (alimentos frescos) ha sido compensada en gran medida con el alza en las energías por el aumento en el precio del petróleo. Así, la inflación española camina de la mano de la europea, con un diferencial entre ambas que apenas alcanza los 0,1 puntos porcentuales. Si las condiciones actuales se mantienen, el organismo independiente prevé que España alcance “holgadamente” el 2% de inflación en los primeros meses de 2017. Por otro lado, el Banco de España reconoce que gran parte de estos logros se deben a que la incertidumbre política se ha aminorado tras la constitución del Gobierno y la puesta en marcha de políticas fiscales para controlar el déficit. Sin embargo, también advierte de que siguen subsistiendo incertidumbres en el ámbito de la definición de la agenda de reformas estructurales, sin las cuales se frenaría el ritmo de expansión de la actividad y la creación de empleo duradero. En este sentido, puede influir el hecho de que el Gobierno esté en minoría en la cámara baja a la hora de plantear y aprobar reformas de calado. Optimismo prudente Al igual que el Banco de España, muchos analistas independientes perciben ciertos riesgos de cara a 2017 que podrían frenar el crecimiento de la economía española. Por ejemplo, el IMF Business School señala que el sobreendeudamiento de la economía nacional (4,1 billones de euros), tanto público como privado, nos hace vulnerables a un aumento de la aversión al riesgo. El próximo año estará marcado por una desaceleración global que lastrará el crecimiento nacional por debajo del 2% del PIB, según el mismo informe. Este empeoramiento se producirá por el aumento de la aversión al riesgo en los mercados financieros derivado de la debilidad de las economías occidentales excesivamente endeudadas, además de por una productividad en descenso y una falta notable de inversiones productivas. Otro de los aspectos clave para explicar la debilidad de la economía global es su ‘financiarización’. Un proceso por el que el sector financiero cada vez ocupa un peso mayor en los beneficios empresariales, orientando a las compañías hacia la maximización del valor de la acción y que en el terreno de las empresas no financieras y familias implica un incremento de las deudas y de las rentas derivadas de actividades financieras.