Samsung esperaba competir con el gigante Apple gracias a su nuevo y esperado Galaxy Note 7. Sin embargo, el sobrecalentamiento del aparato, que en algunos casos llevó incluso a que explotase, le ha costado a Samsung tener que retirar del mercado su producto estrella. Sus acciones acumulan pérdidas de un 8% en esta semana, y […]
Dirigentes Digital
| 14 oct 2016
Samsung esperaba competir con el gigante Apple gracias a su nuevo y esperado Galaxy Note 7. Sin embargo, el sobrecalentamiento del aparato, que en algunos casos llevó incluso a que explotase, le ha costado a Samsung tener que retirar del mercado su producto estrella. Sus acciones acumulan pérdidas de un 8% en esta semana, y la propia tecnológica cifra en 5.300 millones las pérdidas totales, 2.300 millones solo en el tercer trimestre. Pese al importante impacto económico que este smartphone defectuoso tendrá sobre la tecnológica, ese no es el único daño que golpea a Samsung. La pérdida de confianza entre sus consumidores podría salirle mucho más cara, algo que ya intenta remediar. A los propietarios de los Galaxy Note 7 en Estados Unidos y Corea del Sur, Samsung ofrece “como muestra de aprecio por la paciencia y fidelidad” un vale de 100 dólares a los que decidan cambiar el móvil por otro Samsung y 25 dólares a los que prefieran el reembolso o irse a otro fabricante. Y parece que ahí no acaban los problemas para Samsung, porque la Comisión de Seguridad de Productos al Consumidor de Estados Unidos ha advertido también de que algunas lavadoras de carga superior de la marca habrían explotado. Pese al escándalo, el problema con las baterías no es nuevo y Samsung no es su primera víctima. En 2006, otras tecnológicas como Dell, Toshiba y Lenovo tuvieron que retirar cuatro millones de acumuladores de sus portátiles porque se recalentaban tanto que podían llegar a arder. Algo similar le pasó a Sony en 2008 con su marca Vaio. Y hay más casos similares. Más sonado fue un caso que, lejos ya de las tecnológicas, también ha pasado factura a su creadora. La japonesa Takata podría declararse en suspensión de pagos en Estados Unidos tras los múltiples problemas que han desatado sus airbags defectuosos. Millones de vehículos equipados con un Takata han tenido que ser llamados a revisión después de que un defecto en ellos llegase a causar incluso varias muertes. Según la propia empresa, los costes derivados de la revisión de estos vehículos ascienden a unos 31 millones de euros. También Ikea ha sufrido un importante daño a causa de un producto. La conocida compañía de muebles retiró 29 millones de cómodas por el riesgo de que se volcasen si no estaban sujetos a la pared, algo por lo que murieron tres niños aplastados. En febrero y junio de 2014 dos niños estadounidenses murieron aplastados por estas cómodas; a partir de entonces, Ikea anunció un programa para avisar a las familias con este mueble de que lo fijasen correctamente a la pared. De este caso se desconoce el coste económico, pero salta a la vista el importante coste de imagen y reputación para la marca sueca. Estos solo son algunos de los casos en los que un solo producto se ha llevado por delante tanto el dinero como la marca de una compañía.