España es el segundo país de la UE donde más crecerá el empleo a lo largo de 2016, según las previsiones de invierno que acaba de publicar la Comisión Europea. Después de años de intensas caídas, el empleo ha vuelto a tasas positivas en España a partir de 2014 y logrará alcanzar un crecimiento del […]
Dirigentes Digital
| 02 mar 2016
España es el segundo país de la UE donde más crecerá el empleo a lo largo de 2016, según las previsiones de invierno que acaba de publicar la Comisión Europea. Después de años de intensas caídas, el empleo ha vuelto a tasas positivas en España a partir de 2014 y logrará alcanzar un crecimiento del 2,6% en 2016. Sin embargo, según datos de Eurostat, el desempleo juvenil se mantiene en España en el 45% de los menores de 25 años. Y hasta el momento sólo se había puesto el foco en las consecuencias de este situación desde un punto de vista económico y/o social. El diario Finnancial Times ha realizado un análisis de otra variable, la de los efectos sobre la salud tanto física como psicológica que este escenario. Para el rotativo británico, la falta de trabajo de los jóvenes y también los empleos precarios durante la última década configuran generación insegura y desesperanzada sobre su futuro. “Incluso hoy, en medio de una recuperación sólida, los datos muestran que más de 1,8 millones de españoles menores de 34 años están en paro” recuerda Financial Times que también destaca que uno de cada cinco jóvenes no está trabajando ni formándose. “Los que encuentran empleo en España suelen trabajar en condiciones precarias, saltando de contrato temporal en contrato temporal, apenas alcanzando el salario mínimo”, argumenta FT. Esta situación genera que “los jóvenes vivan en una adolescencia permanente“, ya que al no contar con seguridad laboral, tampoco pueden planificar su vida personal. “La crisis laboral no solo está convirtiendo en pobres a los jóvenes también en enfermos“, reza el diario. En una comparativa con las demandas de los jóvenes británicos o estadounidenses, el periodista de FT argumenta que, “mientras los jóvenes londinenses denuncian que no pueden ascender en la escala para tener una vivienda cada vez mejor, sus homólogos españoles ni siquiera pueden permitirse alquilar una propia”.