La transición hacia la energía verde se está acelerando. De cara a 2018 se anticipan nuevas oportunidades de inversión, con la innovación tecnológica y el descenso de los costes como motores de cambio. Lo que comenzó como un proceso subvencionado por el gobierno para “descarbonizar” el sector de la energía se está convirtiendo en un […]
Dirigentes Digital
| 01 mar 2018
La transición hacia la energía verde se está acelerando. De cara a 2018 se anticipan nuevas oportunidades de inversión, con la innovación tecnológica y el descenso de los costes como motores de cambio. Lo que comenzó como un proceso subvencionado por el gobierno para “descarbonizar” el sector de la energía se está convirtiendo en un proceso impulsado por el gasto y la economía. De cara a los próximos doce meses, a medida que el coste de las tecnologías limpias continúa cayendo, anticipamos una aceleración de la inversión en las economías desarrolladas y en las naciones en fase de industrialización y rápido crecimiento. Ante tal trasfondo, y en vista de la capacidad de las energías renovables para generar flujos de rentas en nuestra opinión, estables y sostenibles, es probable que estas compañías sigan siendo una fuente atractiva de dividendos y de rentabilidad total. Crecimiento global La velocidad con la que el mundo está adoptando las tecnologías limpias ha pillado por sorpresa incluso a los expertos. Casi dos tercios de la capacidad eléctrica añadida a nivel mundial eran renovables en 2016: 126 gigawatios de la energía solar y eólica frente a 86 gigawatios de carbón y gas, según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Fue la primera vez que el crecimiento global de la capacidad de energía solar superó a la nueva generación de electricidad con carbón. No obstante, se anticipa que este hito no tardará en verse pulverizado; Bloomberg New Energy Finance (BNEF) pronostica que la proporción de renovables crecerá hasta tres cuartas partes de los 10,2 billones de dólares que se invertirán a nivel mundial en tecnologías de nueva generación de energía hasta 2040. Costes decrecientes Hace tan solo una década, debido a los altos costes de generación de energía, cualquier pronóstico de que íbamos a pasar de un mundo de carbón, gas y petróleo a otro en el que la energía solar y eólica representaría el grueso de la capacidad energética se habría considerado dudoso, si no absurdo. Todo esto ha cambiado, gracias a la fuerte caída de los costes de producción de energía solar y eólica. Los paneles fotovoltaicos se han abaratado un 90% desde 1990. BNEF prevé que la energía eólica y solar será más barata que la de combustión de carbón en muchos países en el plazo de cinco años, y que podría proporcionar un tercio de la electricidad mundial en 25 años. Además, las tecnologías de renovables han elevado su eficiencia. Los fabricantes se están esforzando para prácticamente doblar la capacidad de la actual gama de turbinas eólicas terrestres, cuya envergadura ya supera la de los mayores aviones. El coste de almacenamiento de electricidad en baterías, que en el pasado ha obstaculizado el uso de energías renovables, también ha disminuido con rapidez. Mercados emergentes Desde una perspectiva geográfica, creemos que tanto los mercados desarrollados como los emergentes presentan un enorme potencial de desarrollo continuo de las energías renovables. No obstante, la expectativa es que el universo emergente superará al desarrollado en términos de capacidad de generación de energía eólica y solar en 2018. China ya es el mayor inversor en energía renovable del mundo, y quiere estar a la vanguardia de las tecnologías y capacidades de ingeniería en esta área. Otros países en vías de industrialización están siguiendo su ejemplo, y los gobiernos emergentes están apostando más agresivamente por las renovables. De cara al futuro En Estados Unidos, hay quienes temen que la postura de Trump sobre el cambio climático podría obstaculizar la innovación en tecnologías verdes. No obstante, la gran mayoría de las decisiones se toman a nivel estatal, y muchos estados del país –incluido Texas, orientado al petróleo– se han comprometido claramente con las energías renovables. Las reducciones de los subsidios estatales se están gestionando cuidadosamente. En el Reino Unido, por ejemplo, los proyectos que ya gozan de subsidios los continuarán recibiendo durante la vida total del contrato, por lo general de 20 a 25 años. La mitad de los flujos de ingresos siguen respaldados por subsidios gubernamentales, lo cual significa que son fijos y ligados a la inflación. No obstante, esto no significa que el futuro esté libre de desafíos. A medida que los subsidios fijos y vinculados a la inflación se retiran a favor de subastas o licitaciones, los ingresos dependerán en mayor medida de los precios de la energía, lo cual introduce volatilidad potencial. Así, será necesario analizar con más cuidado la trayectoria de los flujos de ingresos futuros. Dicho esto, es importante no exagerar el peligro. No cabe esperar que los precios de la electricidad vayan a cambiar drásticamente con el tiempo, con lo que es probable que los flujos de ingresos permanezcan relativamente estables en comparación con los de otros activos. De hecho, podríamos ser testigos de acuerdos de compra de la totalidad de la producción, con los que grandes empresas satisfacen sus compromisos de energía verde mediante contratos a largo plazo con proveedores de renovables. Esto debería ayudar a garantizar el precio recibido de la energía, brindando respaldo de valoración a los activos renovables.
