Parecía que nunca le iba a llegar la hora. Durante muchos el tema de la sucesión de Emilio Botín ha sido recurrente y Ana Patricia Botín, la mayor de seis hermano, era el relevo natural. Pero nunca terminaba de llegar, la jubilación del banquero no estaba en los planes de Botín. Hace siete años cambió los estatutos del banco para prolongar su presidencia Desgraciadamente, ha sido de la manera más dolorosa posible, con
el fallecimiento de su padre.
En varios momentos su destino pareció alejarse. En 1999 salió del banco tras presentar su dimisión de todos sus cargos ejecutivos, víctima de la lucha de las cúpulas directivas en la fusión de Santander y Banco Central Hispano. Dos años pasaron fuera de Santander, un tiempo que aprovechó para montar el fondo de capital de riesgo Suala Capital que terminó con problemas.
El otro fue cuando tomó las riendas de Santander UK en 2010 tras su gestión durante ocho años de Banesto. Los cambios en la cúpula directiva del banco con la retira de Alfredo Sáenz como consejero delegado del grupo ponían en valor a otros hombres del banco. Una interpretación que se dejaba caer entre líneas del papel salmón. Pero la realidad es que se situaba en el último peldaño de la escalera hacia la presidencia del banco. Ana Patricia tenía el escaparate perfecto para darse conocer en una gran plaza internacional y desterrar cualquier duda de los inversores, en un momento en que la entidad buscaba consolidarse en tierras británicas. En estos años puso en práctica la experiencia cosechada durante los años noventa al abrir el camino en nuevos mercados como el argentino o el venezolano.
Ana Patricia Botín de 53 años nació para ser banquera. Estudió en la Universidad de Harvard Económicas y comenzó a trabajar con veinte años en JP Morgan, donde descubrió los entresijos de la banca de inversión durante siete años.