La locura por aprovechar los tipos negativos para financiarse ya se empezó a reflejar en el mercado de renta fija corporativo este verano, con Deutsche Bahn, el RENFE alemán, emitiendo un bono a cinco años a tipos del -0,006% por 350 millones de euros. Nunca antes en Europa se había dado un caso similar. Luego […]
Dirigentes Digital
| 02 nov 2016
La locura por aprovechar los tipos negativos para financiarse ya se empezó a reflejar en el mercado de renta fija corporativo este verano, con Deutsche Bahn, el RENFE alemán, emitiendo un bono a cinco años a tipos del -0,006% por 350 millones de euros. Nunca antes en Europa se había dado un caso similar. Luego vendrían otras emisiones de empresas como Henkel o Sanofi, que también colocaron a tipos negativos. Y en España, aunque ninguna cotizada ha llegado a esos puntos, sí se han visto algunas emisiones como la de Amadeus, con cupones del 0,12% o Ferrovial, pagando un cupón anual del 0,37%. En el ámbito soberano también se ha reproducido este proceso, con cada vez más países emitiendo a tipos más bajos y, por supuesto, a plazos más amplios. El problema es para todos esos inversores que han apostado por esas emisiones a largo plazo, y que pueden encontrarse con un serio problema si se produce un repentino repunte de la tires. Países como Irlanda, España o Italia, han emitido deuda por encima de los 50 años. Hace solo unas semanas, Arabia Saudí también emitió a 30 años, en la mayor emisión de bonos que se recuerda de un mercado emergente. El último caso ha sido el de Austria, que ha emitido deuda a 70 años. Con vencimiento en 2086. Para los bancos centrales no es un asunto sencillo. Según datos de Arcano, el tamaño del balance de los principales organismos monetarios aumentó desde unos seis billones de dólares en 2006 (menos de un 12% del PIB mundial) hasta los 17 billones en la actualidad, o casi un 23% del PIB mundial. En concreto, la Fed estadounidense subió su balance desde el 6% del PIB norteamericano hasta el 30% actual. En el mismo periodo, el Banco de Inglaterra pasó del 6% al 23%, el Banco Central Europeo del 16% al 30% y el de Japón del 23% al 68%, cotas no alcanzadas en la historia reciente. Y a fecha de hoy los bancos centrales (Europa, Inglaterra y Japón), inyectan unos 200.000 millones de dólares mensuales de liquidez al sistema, en una gran parte canalizada hacia la compra de bonos soberanos. ¿Qué hacer ante la escasez de bonos? Pero cuidado. Los últimos acontecimientos en los mercados de renta fija, desatados precisamente por las políticas de los organismos, están a punto de jugarles una mala pasada ante la escasez de bonos adecuados para llevar a cabo los programas de estímulo. Según indican desde Fidelity, en todo el mundo los considerados ‘activos seguros’ (bonos hasta 30 años) ascienden a 27,3 billones de dólares, una cifra que ha ido creciendo conforme los gobiernos han redoblado sus emisiones para financiar el aumento del déficit público. “Si restamos todos los bonos en manos de bancos centrales o con tipos negativos, nos queda un conjunto de alrededor de 17,1 billones de dólares (o el 63% de la clase de activos) en inversiones seguras con tipos positivos disponibles”, indican desde la gestora en un reciente análisis. Los expertos recuerdan que el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Japón ya se han hecho con el 15% y el 38% de sus respectivos mercados de deuda pública, de ahí que los inversores hayan empezado a preguntarse si hay suficientes activos seguros en circulación para satisfacer a los bancos centrales y a los inversores. “En realidad, la política monetaria podría no estar lejos de alcanzar sus límites y la escasez de bonos es un problema que los bancos centrales tendrán que afrontar pronto”, advierten. Ante esta posible escasez de bonos, los bancos centrales cuentan con varias opciones. Desde Fidelity recuerdan que “Japón y Europa manejan varias opciones. Una es reducir esos estímulos cuantitativos. Esta medida podría provocar una reedición del taper tantrum de 2013, cuando los rendimientos se dispararon al aparecer señales de que la Fed iba a reducir su programa cuantitativo”, advierten, explicando que. Dado el nivel de duración de los bonos, reducir los programas cuantitativos podría causar estragos en los precios. Según sus cálculos, “hoy un aumento de los rendimientos de tan solo 120 puntos básicos se asocie con una caída de los precios del 10%”. A su juicio, la decisión del Banco de Japón de centrarse en los niveles de los rendimientos podría ser una alternativa para los bancos centrales si les cuesta encontrar bonos para comprar. “Los gobiernos también podrían recurrir al gasto público para impulsar el crecimiento económico”, indican, recordando que si estos emitieran deuda para financiar estímulos presupuestarios, aumentaría la oferta de bonos y los bancos centrales podrían mantener su relajación cuantitativa. “Estas medidas podrían contribuir a estimular el crecimiento y la inflación, facilitando así el trabajo de los bancos centrales e incluso reduciendo la magnitud de los estímulos cuantitativos necesarios”. Como conclusión, desde la gestora consideran que si el argumento de la escasez influye en las políticas monetarias, podría reducirse la presión bajista sobre los rendimientos a corto y medio plazo. “Sin embargo, a largo plazo los efectos de las fuerzas estructurales actuarán como tope ante un posible aumento de los rendimientos”, indican.