Los plazos de la deuda emitida alrededor de todo el globo se han disparado. Y la perspectiva de que la inflación empieza a moverse ha provocado que la duración pueda convertirse en el más terrible de los problemas para la renta fija cuando los bancos centrales empiecen a subir tipos. Las emisiones a largo plazo […]
Dirigentes Digital
| 27 oct 2016
Los plazos de la deuda emitida alrededor de todo el globo se han disparado. Y la perspectiva de que la inflación empieza a moverse ha provocado que la duración pueda convertirse en el más terrible de los problemas para la renta fija cuando los bancos centrales empiecen a subir tipos. Las emisiones a largo plazo se han multiplicado en los últimos años de crisis con Estados y empresas que buscan financiarse a tipos bajos y, si es con una perspectiva de tiempo mayor, mejor que mejor. Según datos de Bank of America, la cantidad de vencimientos de bonos soberanos a 10 años o más se han incrementado en 2016 a máximos, sobrepasando los 730.000 millones de dólares este año. Los largos vencimientos han dominado durante décadas el mercado alcista en el segmento de renta fija, precisamente por su mayor duración. Invertir en un bono del Tesoro a 30 años desde el inicio de la década de los 2000 ha rentado un 7,8% anual, según datos recopilados por Bloomberg, frente al 4,3% registrado por el S&P 500 en el mismo periodo. Sin embargo, las tornas parecen haber cambiado ahora, con los bonos a largo plazo estadounidenses a punto de cerrar su peor mes desde junio de 2015, con caídas del 3,2% con unas rentabilidades que han saltado en torno a 0,2 puntos porcentuales. Los datos son claros: la duración en el índice Bank of America’s global government bond index ha subido este año a un máximo del 8,23%, marcando históricos de 5,9% para las obligaciones estadounidenses, del 7,2% en la Zona Euro y del 8,8% en Japón. El riesgo es evidente: según indican los datos del Bloomberg Barclays Sovereign Debt Index, un incremento de un punto porcentual en las tasas de interés equivale a 2,1 billones de dólares ($2,1 trillion) de pérdidas para los inversores globales. El problema es para todos esos inversores que han apostado por esas emisiones a largo plazo que los Estados se han lanzado a realizar en busca de financiación aprovechando el tirón de los bajos tipos de interés proporcionados por los bancos centrales. Países como Irlanda, España o Italia, han emitido deuda por encima de los 50 años. La pasada semana, Arabia Saudí también emitió a 30 años, en la mayor emisión de bonos que se recuerda de un mercado emergente. El último caso ha sido el de Austria, que ha emitido deuda a 70 años. Con vencimiento en 2086. Frente a los que opinan que, aunque lentamente, la inversión en esa deuda de larga duración provocará pérdidas de capital cuando los tipos de interés suban, desde JP Morgan no consideran probable que un retorno a tires superiores se produzca. Pero son conscientes de los riesgos, reconociendo que las previsiones de rentabilidad para la renta fija core de cara a los próximos años serán más restringidas. “Siguen existiendo riesgos que la diversificación por países y tipos de renta fija pueden contribuir a mitigar”, indican.