Es sin duda la otra cara de la moneda. Resulta evidente que con una economía en expansión y un banco central, la Fed, reduciendo estímulos, la tendencia del billete verde es alcista. Para los analistas de JP Morgan, este fortalecimiento (desde la mitad del año ha registrado una subida del 8,4% frente al euro y […]
Dirigentes Digital
| 20 oct 2014
Es sin duda la otra cara de la moneda. Resulta evidente que con una economía en expansión y un banco central, la Fed, reduciendo estímulos, la tendencia del billete verde es alcista. Para los analistas de JP Morgan, este fortalecimiento (desde la mitad del año ha registrado una subida del 8,4% frente al euro y del 5,5% frente a la libra) es sin duda un riesgo a corto plazo. "Aunque la mayor solidez del dólar es un signo de confianza en la economía, también supone una preocupación al constituir una fuente de presión deflacionaria", explican.
En su último informe mensual, la firma destaca que "la mejora en la moneda estadounidense debería beneficiar a los consumidores, ya que limita los costes energéticos". Sin embargo, "dada la posibilidad de que afecte a los beneficios en divisas y reduzca con ello la confianza y el gasto de los consumidores, también podría lastrar a los mercados de renta variable".
JP Morgan también explican que al importar deflación, la Reserva Federal estadounidense podría retrasar el inicio del ciclo de subida de los tipos de interés. Recuerdan que los costes energéticos ya están cayendo debido a un pronunciado incremento en la producción de petróleo de esquisto, y el precio del crudo del WTI se ha reducido en aproximadamente un 14% durante el trimestre. "Sin embargo, los mercados mantienen todavía su actual expectativa de que los tipos de interés comiencen a subir a mediados del año próximo, ya que el fortalecimiento de la moneda no es aún suficiente para plantear un obstáculo significativo al crecimiento económico", aseguran.
Los expertos lo tienen claro: la combinación de expectativas de un dólar fuerte y de una inflación baja es una clara señal de obstáculos para la economía. Y es que el organismo presidido por Janet Yellen se mueve bajo un mandato doble: impulsar el empleo, cosa que ya ha conseguido al situarse la tasa de desempleo por debajo del 6%, y lograr el objetivo de una inflación anualizada subyacente del 2%. Ahora que la compra de bonos llega a su final, el fantasma de la deflación también asoma en EE UU. En agosto, el índice anualizado de precios al consumidor se situó en el 1,7%. En junio, era del 2,1%.
La recuperación de los países emergentes también está en juego. "Un dólar fuerte y los precios de materias primas a la baja suelen significar tiempos difíciles para las economías emergentes, que podrían ver bastante volatilidad en los próximos tiempos", explican los expertos. A pesar de todo, la mayoría de estos países están mucho mejor posicionados ahora que en los años 90 para aguantar estos baches. Muchos de estos países ya han sufrido correcciones en sus divisas a lo largo del verano de 2013, y se verán beneficiados a lo largo del tiempo de una aceleración del crecimiento en EE.UU. Tenderíamos a preferir economías más enfocadas en la producción sobre aquellas más enfocadas en materias primas.
No parece que la tendencia en el mercado de divisas vaya a cambiar en el corto plazo. Y Dominic Rossi, director mundial de inversiones del área de renta variable de Fidelity, desgrana 3 puntos clave que apoyan la fortaleza de la divisa estadounidense:
1. Gracias al boom de la energía del esquisto, EE UU avanza a buen ritmo para conseguir la autosuficiencia energética en los próximos 10-15 años; además, la reducción paulatina de la demanda de energía importada mejorará el saldo por cuenta corriente de EE.UU., lo que, a su vez, es favorable para la moneda estadounidense.
2. El saldo presupuestario de EE UU ha mejorado considerablemente (ha pasado de un 12% a un 4%) y creo que Obama podría cerrar su mandato con un excedente presupuestario.
3. Nos encontramos en un periodo de divergencias en materia de política monetaria; así, la Reserva Federal estadounidense pondrá fin a sus compras de activos en octubre, en claro contraste con el Banco de Japón y el Banco Central Europeo, y es probable que la primera subida de tipos se produzca en junio de 2015. Ante estas divergencias, los diferenciales de tipos de interés también serán favorables al dólar estadounidense.