Hoy entra en vigor el programa de compra de deuda soberana de 60.000 euros al mes. Pero Mario Draghi tiene un efecto milagroso. Antes de que las medidas sean puestas en marcho, el mercado se ajusta a las consecuencias. El impacto en la renta fija y en los intereses se ha dejado a ver en […]
Dirigentes Digital
| 02 mar 2015
Hoy entra en vigor el programa de compra de deuda soberana de 60.000 euros al mes. Pero Mario Draghi tiene un efecto milagroso. Antes de que las medidas sean puestas en marcho, el mercado se ajusta a las consecuencias. El impacto en la renta fija y en los intereses se ha dejado a ver en el riesgo soberano. El diferencial de los intereses de la deuda española respecto a la alemana a diez años se ha desplomado un 56%, hasta situarse la prima de riesgo por debajo de los 100 puntos básicos. Pero no ha sido la única. La portuguesa ha retrocedido un 39%; la italiana, un 21% y la irlandesa un 50%. Todas menos la griega que sigue rozando los 1.000 puntos básicos, donde la victoria de Syriza y la falta de visibilidad para que cumplan sus obligaciones financieras han neutralizado el efecto de Draghi.
La distorsión ha provocado en el mercado de deuda cumple con unos de los objetivos del BCE con su plan de actuación. "Los intereses de los bonos caerán aún más y eso tendrá una doble consecuencia sobre las cotizaciones de las compañías: por una parte, las valoraciones mejorarán ya que los flujos estimados se descontarán a tipos inferiores a los actuales, por otra, una parte de las inversiones en bonos se desplazará hacia bolsas, consecuencia de la presión de dinero del BCE. Es decir, una vez los intereses de los bonos se reduzcan lo suficiente será lógico realizar algunos beneficios y buscar otros activos con mejores expectativas", según los expertos de Bankinter. La caída en picado de los intereses arrastra el coste de financiación de bancos y Estados. Ahora está por ver que la segunda parte plan surta efecto. En teoría, la escasa rentabilidad que ofrece la deuda y la penalización de depositarla en el banco central debería poner en movimiento el dinero. La liquidez inyectada al mercado debería llegar a la economía real, a empresas y familias, para que se puedan beneficiar de los bajos costes de financiación.
En último término, Draghi busca con su plan reactivar la economía y alejar los riegos de deflación. El BCE no solo comprará deuda soberana, también deuda privada para liberar el riesgo en la concesión de crédito de los bancos, algo que debería regar a la economía con préstamos a empresas.