Estados Unidos también se hace eco de lo que ocurre en Cataluña. Un asunto del que ha llegado a pronunciarse el mismísimo presidente Donald Trump y algunas multinacionales americanas han reaccionado para evitar que sus negocios puedan verse afectados en la región española por la crisis separatista. Los estadounidenses se preguntan por qué se habla […]
Dirigentes Digital
| 11 oct 2017
Estados Unidos también se hace eco de lo que ocurre en Cataluña. Un asunto del que ha llegado a pronunciarse el mismísimo presidente Donald Trump y algunas multinacionales americanas han reaccionado para evitar que sus negocios puedan verse afectados en la región española por la crisis separatista. Los estadounidenses se preguntan por qué se habla tanto de una región tan pequeña del mundo, cuyo devenir, en su opinión, no les afectaría en absoluto. Muchos se muestran a favor de la posibilidad de que Cataluña sea independiente, aunque la mayoría de ellos no tiene claro por qué quieren separarse de España. El problema catalán ocupa un lugar destacado en las informaciones a este lado del Atlántico. Los medios de comunicación americanos no dejan de informar día sí y otro también sobre lo que pasa en Cataluña. Roger Cohen decía tras el referendum en el New York Times que Mariano Rajoy había cometido muchos errores intentando manejar la situación, “revitalizando en vez de parando el movimiento catalán”. “La represión de la policía el 1-O en un intento de detener el referéndum, fue torpe”, continuaba el periodista. Aunque explicaba a sus lectores que el referéndum era ilegítimo, anticonstitucional, habiendo sido suspendido por el Tribunal Constitucional de España. “El referéndum secesionista fue una farsa”, sentenciaba. Frida Ghitis, colaboradora habitual de CNN, decía en el Washington Post que “el catastrófico manejo de la crisis de Cataluña es una lección para el mundo”. “Rajoy no tenía grandes opciones, pero claramente eligió lo peor”. “El resto de Europa y el resto del mundo, debe agradecer a España por ofrecer esta sorprendente lección sobre cómo no lidiar con los movimientos separatistas en un momento en que el nacionalismo está en alza”. Ghitis apuntaba en su editorial que “España tiene razón en preocuparse de lo que sucedería si Cataluña se separara porque esta región es vital para la economía nacional y una salida de Cataluña podría envalentonar otros movimientos separatistas”. El USA Today publicaba que el impacto de una independencia en Cataluña podría provocar muchos problemas en la economía española ya que, según indica la publicación, “Cataluña contribuye desproporcionadamente a las arcas nacionales de España y representa aproximadamente una quinta parte de la economía del país y el 30% del comercio exterior”. Para este medio, la separación podría conducir al caos en Europa, lo que turbaría los mercados financieros y dañaría la estabilidad de Estados Unidos, aunque el impacto en este país sería indirecto. Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio Americana en España, decía al USA Today que “hay preocupación de que la inestabilidad social podría estallar, provocando impacto en la comunidad empresarial y creando confusión para los inversores”. “Todo dependerá en última instancia de cómo evalúen el riesgo ya que se ha seguido invirtiendo en Reino Unido después del Brexit”. Por ahora la única empresa estadounidense que ha reaccionado a las causas / efectos que puede provocarle la situación en Cataluña es la compañía aérea American Airlines que ha recomendado a sus clientes a esperar al 13 de octubre para volar a Cataluña para evitar la incertidumbre y las tensiones que se están sucediendo en la comunidad autónoma española. Las modificaciones de sus billetes con destino a Barcelona se realizarán sin ningún coste adicional, según han comunicado. El “lobby” catalán en EEUU Cataluña ha reforzado su presencia y promoción internacional desde hace más de una década. Según El Confidencial, en 2017 el Govern aprobaba un presupuesto en el exterior que ascendía a 39,6 millones de euros, 80% más con respecto a 2015. En Estados Unidos, Cataluña tiene varias organizaciones que que durante años han promocionado la región, separándola de la identidad de España. Entre ellas, el Casal Catalá de Washington DC o la embajada catalana en Nueva York que se abrió en 2009 pagando una cifra millonaria por el alquiler de su sede en la Quinta Avenida, en el famoso edificio Rockefeller Center, aunque desde hace unos años se encuentra en otra zona exclusiva, en el número 360 de Lexington Avenue. Según el informe de los Foreingn Agents Registration Act (FARA), el registro de lobbys extranjeros dependiente del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, que obliga a estas entidades a acreditar las actividades, contactos y gastos en este país, afirma que este centro ha gastado 9.215,15 dólares en “ocio” durante el primer semestre de 2017. Otro organismo que promueve y organiza actos catalanes y promociona el proceso independentista es el Catalan Institute of America, cuyo lema es el “fortalecimiento de los lazos entre Cataluña y EEUU”, donde además, afirman que “se enorgullecen en patrocinar cursos regulares de lengua catalana” en Nueva York. En su página web animan a todos los neoyorquinos a unirse a los catalanes que viven en la ciudad en una marcha pacífica en favor de Cataluña en “una declaración en apoyo del referéndum y del derecho de los catalanes a decidir su propio futuro”. “Condenemos juntos la violencia del Estado español contra un pueblo catalán pacífico, democrático y decidido a poseer su destino”, continúan en su web. En Septiembre este mismo organismo organizaba otra protesta fuera de la Asamblea General de las Naciones Unidas para pedir a los representantes de la ONU que apoyasen la celebración del referendum por la independencia. El 26 de Septiembre, día que Mariano Rajoy era recibido por Donald Trump, se organizaba otra manifestación frente a la Casa Blanca a favor del independentismo. Además se ha conocido que el gobierno regional catalán contrató en Washington a una firma especializada de Estados Unidos para hacer lobby ante las autoridades y empresarios norteamericanos a favor de la convocatoria de la consulta ilegal de independencia del 1 de octubre. Jim Courtovich, directivo de la firma SGR dedicada a las relaciones gubernamentales y a hacer lobby, decía que el contrato se firmó por tres meses y tenía un coste de 60.000 dólares, y era renovable mes a mes, si así lo deciden las partes, a razón de 20.000 dólares mensuales. Reacciones oficiales La administración Trump está en la misma línea que Obama en este asunto, quien ya se pronunciara en 2015 sobre el asunto catalán en un encuentro con Felipe VI a quien dijo que apoyaba una España “unida y fuerte”. El presidente estadounidense Donald Trump tomaba partido a favor del presidente español, Mariano Rajoy. Y lo hacía tras ser preguntado el pasado 26 de Septiembre en Washington por la prensa española en la reunión bilateral que tuvo lugar en la Casa Blanca entre Trump y Rajoy. “Me gustaría ver que España siga unida”, dijo en una rueda de prensa conjunta con el presidente español. Tras el 1-O llegaba la segunda mención oficial del gobierno estadounidense sobre Cataluña. En esta ocasión fue Heather Nauert, la portavoz del departamento de Estado, que se pronunciaba sobre los disturbios y las cargas policiales el día de la celebración del referendum de autodeterminación. Nauert afirmaba que se entristecieron al ver las imágenes de la gente herida y alentaba tanto al gobierno central español como al de la Generalitat a resolver sus diferencias y llegar a un acuerdo pacífico de manera coherente con la legislación española. El ex presidente Jimmy Carter por su parte ha instado al diálogo para conseguir una solución pacífica a lo que ocurre en Cataluña. A él se le han sumado otros ex líderes mundiales como los exsecretarios generales de Naciones Unidas Ban Ki-Moon y Kofi Annan que piden diálogo entre ambas partes y les pide que eviten la confrontación y lleguen a “un acuerdo a esta crisis”. Además, otro organismo internacional que se ha hecho echo de este asunto es el Fondo Monetario Internacional. El FMI afirma que la economía de España se enfrenta a grandes riesgos debido al desafío soberanista catalán.