Aseverar que España debe hacerlo mejor en China puede parecer, a priori, un mero juicio de valor. Pero, analizando los números con cierta distancia, dicha afirmación refleja perfectamente lo irrelevante que es España en mercados clave como la segunda economía del mundo. Sirva como ejemplo el siguiente dato: España, quinta economía de la UE, solamente […]
Dirigentes Digital
| 19 feb 2018
Aseverar que España debe hacerlo mejor en China puede parecer, a priori, un mero juicio de valor. Pero, analizando los números con cierta distancia, dicha afirmación refleja perfectamente lo irrelevante que es España en mercados clave como la segunda economía del mundo. Sirva como ejemplo el siguiente dato: España, quinta economía de la UE, solamente representa un 4% del comercio total con China. Y Holanda, sin ir más lejos, exporta el doble que España al gigante asiático. La comparación con Alemania, por otra parte, es demoledora. Aún teniendo prácticamente el mismo número de empresas exportando a China, unas trece mil, Alemania vende quince veces más bienes que España en este mercado. Volkswagen, por ejemplo, es la automovilística líder en China, con ventas cercanas al millón de unidades todos los meses. Y, a diferencia de España, Alemania es el único gran país europeo que tiene superávit comercial con China. España todavía no ha logrado situarse entre los veinte primeros socios comerciales de China. Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Holanda, por el contrario, sí se sitúan entre los diez primeros socios comerciales del gigante asiático. China es la primera fuente del déficit comercial español pero, según fuentes consultadas por DIRIGENTES, “no está entre las prioridades”. Todo esto contrasta con el nuevo plan industrial del gobierno autonómico vasco, que espera tener abiertas diecisiete oficinas comerciales fuera de nuestras fronteras en 2020, donde China aperece entre los mercados marcados como “prioridad grado 1”. Esto significa que el País Vasco tiene una política exterior propia, diferenciada, de naturaleza comercial, al menos hacia China. Y, en China, acudir divididos en comunidades autónomas, o provincias, acaba debilitando la acción exterior del estado. Tan dividida está España que, durante unos premios otorgados por la Cámara de Comercio a Mondragón, una gran empresa multinacional del País Vasco, se evitó mostrar ninguna bandera española simplemente “para no molestar”, según reconocieron las autoridades presentes en aquel momento. En inversión china recibida, España también está a la zaga, habiendo registrado quince veces menos operaciones de M&A que Reino Unido. Grandes operaciones chinas, como la compra del 20% de Osborne por Fosun, han sido canceladas (la última, HNA, que ha vendido su participación en NH Hoteles). Y China, para impulsar su nueva política comercial conocida como “Nueva Ruta de la Seda” (NRS), adquirió recientemente el primer operador portuario español, Noatum. España, lejos de participar activamente en dicha iniciativa, todavía mantiene serias dudas hacia la misma, según ha podido saber DIRIGENTES. España, por tanto, mantiene una estrategia pasiva, que no activa, de inversión con China dentro del marco NRS. Reino Unido, Alemania, Francia, Holanda, Noruega, Suecia e Italia son los principales destinos europeos de la inversión china. España, pese a su privilegiada situación geográfica, con estrechos vínculos comerciales en Latinoamérica, no figura ni tan siquiera entre los veinte primeros destinos del gigante asiático. El margen de mejora con la segunda economía del mundo es enorme. Muchas empresas sueltas, como Zara, Gamesa, Grupo Antolín o Alsa, solamente por citar algunas, son casos de gran éxito en China. Pero sigue habiendo graves distorsiones, como la baja frecuencia de los contactos políticos al máximo nivel, claves para tomar posiciones en este mercado. Italia ha celebrado, recientemente, su octavo diálogo político con China. La canciller alemana, Angela Merkel, ha visitado China diez veces (prácticamente, una vez al año). Holanda ha enviado a sus monarcas, dos veces, desde 2015. Y los presidentes del gobierno de Francia o Reino Unido, que reconoce una “etapa dorada” en sus relaciones con China, también acaban de visitar Pekín hace tan solo unos días. Habrá quien argumente que España estuvo presente el año pasado, en Pekín, cuando China celebró su primera cumbre multilateral sobre la iniciativa NRS. Pero ¿Otorga España importancia real a esta iniciativa? Reino Unido, por ejemplo, ha encargado al ex-primer ministro británico, David Cameron, presidir un fondo que financiará inversiones conjuntas anglo-chinas en los países del ámbito NRS. España, sin embargo, envió al presidente del gobierno a una cumbre sobre la que nuestro país sigue albergando “muchas dudas” (derivadas de un enorme desconocimiento). Una visita que, junto con otra realizada durante 2015, son claramente insuficientes para mejorar el pobre posicionamiento de España en China.