En un momento en el que el autoempleo se impone como única opción para conseguir un puesto de trabajo, ser autónomo supone rascarse el bolsillo y no sólo para poner en marcha un negocio. El descenso del paro durante 2014, se debe en buena parte a que muchos trabajadores que estaban desempleados han decidido montárselo por su cuenta. El año pasado aumentaron en un 2,47%, según los últimos datos de afiliación de la Seguridad Social. Los autónomos ocupan más del 18% de los trabajadores ocupados.
Sin embargo, si un profesional mira alrededor se da cuenta que España no trata muy bien a los autónomos. Como mínimo tienen que pagar una cuota a la Seguridad Social de 256 euros, para cotizar con una base mínima de 875,70 euros mensuales. Pero el trabajador puede elegir una superior hasta un máximo de 3.597 euros, para aquellos que piensen en el futuro de su jubilación. Es verdad, que el Gobierno en último año ha apoyado a este colectivo con bonificaciones temporales para facilitar los primeros meses los proyectos empresariales. Pero al final terminan y la cuota a la Seguridad Social se convierte en un coste fijo independiente si la aventura profesional sale bien o mal. Además hay que tener en cuenta que como cualquier otro trabajador paga el impuesto de IRPF y trimestralmente tiene que ajustar cuentas con Hacienda por el IVA.
En otros países del entorno europeo, el tratamiento del Estado al autónomo es mucho más benévolo. A grandes rasgos, la cuota homologable a la Seguridad Social es mucho más baja, en ocasiones vinculadas a la facturación, y suelen tener más derechos en cuanto a prestaciones sociales.
En Reino Unido, se paga entre 13 y 58 euros mensuales y los impuestos vinculados a la actividad se liquidan al final de cada ejercicio con una tributación vinculada a las ganancias obtenidas. En Francia, la cuota depende del sector donde se desempeñe el trabajo y depende la facturación. Lo que sí supone una diferencia sustancial con España es que el autónomo tiene derecho a asistencia sanitaria, jubilación, incapacidad temporal y pensiones de viudedad e invalidez.
El sistema en Portugal es mucho más sencillo. No hay cuotas, ni IVA. A final de año se paga una tasa del 24% sobre los ingresos obtenidos. Muy parecido a lo que sucede en Italia donde el porcentaje que se paga es del 20% a final del ejercicio. Por su parte en Holanda, la cuota asciende a 50 euros anuales. A 150 euros si se opta por tener seguro médico.
El país europeo donde las condiciones son más duras para los autónomos es en Alemania. Pero no llega al nivel de España. Se tiene una cuota fija de 140 euros al mes, pero si se superan cierto nivel de ingresos. El seguro médico se paga aparte.