Daniel Estulin acaba de publicar "Fuera de Control", un libro en el que el escritor desgrana paso a paso cómo Occidente creó, financió y desató el terror del Estado Islámico sobre el mundo. Estulin saltó a la palestra con la publicación, hace diez años, de "La verdadera historia del Club Bilderberg", que desveló secretos de […]
Dirigentes Digital
| 21 mar 2016
Daniel Estulin acaba de publicar "Fuera de Control", un libro en el que el escritor desgrana paso a paso cómo Occidente creó, financió y desató el terror del Estado Islámico sobre el mundo. Estulin saltó a la palestra con la publicación, hace diez años, de "La verdadera historia del Club Bilderberg", que desveló secretos de la organización más protegida del mundo, compuesta por presidentes, primeros ministros y banqueros internacionales. Ahora, Estulin se mete de lleno en el entramado del Estado Islámico y revela al mundo su dramático origen y, lo que es peor, sus mortales consecuencias.
Usted dice que lo que está ocurriendo con Estado Islámico no es una guerra de religión, sino las huellas de un profundo juego geopolítico. ¿Hasta qué punto están implicados los gobiernos occidentales, qué ‘alianzas’ tienen?
El Estado Islámico (EI) igual que los Hermanos Musulmanes o Al Qaeda, no son un "accidente de la historia", como les gustaría calificarlo a Washington y Londres, sino una creación de los servicios de Inteligencia. En un contexto global más amplio, estos grupos forman parte del patrón de cambios de régimen que ha azotado a una gran parte del Oriente Medio y del norte de África, y que ha abierto las puertas al caos. El éxito del EI y de otros grupos radicales islámicos en Libia, Siria e Iraq es una clara consecuencia de la política exterior de Estados Unidos en Oriente Medio. La relación entre el Gobierno estadounidense y el EI sigue un patrón tradicional, como su relación con Al Qaeda y Osama bin Laden.
¿Nos podría dar algún ejemplo de estos recursos retrógrados?
Para llevar a cabo su estrategia de largo alcance, Washington y Londres compraron a golpe de talonario los servicios de algunos de los terroristas más buscados y peligrosos del mundo. Entre ellos, Abel Hakim Belhadj, uno de los terroristas más buscados por EEUU a principios de los años 90. Belhadj es el fundador y antiguo comandante del Grupo Combatiente Islámico Libio (GCIL), una organización yihadista con vínculos históricos con Al Qaeda, los talibanes y la organización integrista egipcia Al Jihad. Se reunió con Osama bin Laden durante la guerra de Afganistán contra los soviéticos y, más tarde, por segunda vez, durante la ocupación estadounidense del país tras los atentados del 11-S. En 1995, el MI6 británico se dirigió a Belhadj y al GCIL para perpetrar el golpe de Estado inicial contra Gaddafi. Según Associated Press, el Gobierno de Estados Unidos ofreció a este terrorista garantías de seguridad para su familia, así como millones de dólares de las arcas de guerra secretas de la CIA. Lo sabemos por las revelaciones de un ex empleado de UBS, Brad Birkenfeld, que encontró 19.000 cuentas secretas del banco que el Gobierno estadounidense usaba para financiar terrorismo internacional. Así que se puso en libertad a Belhadj, y se le infiltró de nuevo en las regiones en conflicto para organizar grupos islamistas como Al Qaeda -ambos activos en los países en que Estados Unidos y la OTAN han pugnado activamente por un cambio de régimen- en Libia y Siria, respectivamente.Además, Belhadj ha sido defendido por Washington y elogiado por los senadores estadounidenses John McCain y Lindsey Graham. El mundo al revés.
¿Quién es el Estado Islámico?
El EI es fruto de una conspiración conjunta de la OTAN y del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)que se remonta a 2007, cuando los responsables políticos de Estados Unidos y Arabia Saudí intentaron provocar una guerra sectaria en toda la región con el fin de liberar a Oriente Medio del arco de influencia de Irán, que se extiende desde sus fronteras y atraviesa Siria e Iraq, y llega por el oeste hasta el Líbano y la costa del Mediterráneo. El EI ha recibido amparo, entrenamiento, armamento y una gran cantidad de financiación de manos de una coalición formada por la OTAN y diversos Estados del golfo Pérsico.
¿Cómo sabe usted todo esto, qué pruebas tiene?
Mucha información viene de los whistleblowers estadounidenses, personas que han estado en la Agencia de Seguridad Nacional -NSA, por sus siglas en inglés-, que intentaron alertar e advertir a sus superiores, al Congreso y Senado estadounidense de los flagrantes excesos de sus líderes. Muchos de ellos acabaron en la cárcel por defender la Constitución, como ha sido el caso de Scott Bennett y Brad Birkenfeld. Con la documentación en la mano, el camino se hace más fácil. Estoy muy agradecido por poder sacar esta información a la luz.
Usted acusa directamente a todos los socios de la OTAN. Esto atañe prácticamente a todos los países desarrollados del mundo. El objetivo de esta alianza mortal es, según usted, un cambio de orden en Oriente Medio. ¿En qué consistiría este cambio de orden y qué implicaría?
En un contexto global más amplio, esto forma parte del patrón de cambios de régimen y "revoluciones de colores" que ha azotado a una gran parte del suroeste de Asia y del norte de África, además de Europa del Este, y que ha abierto las puertas al caos. La visión de Tony Blair de la "intervención humanitaria", enunciada por el ex primer ministro británico en un discurso pronunciado en 1999 en Chicago, se está implementando con sangre en el suroeste de Asia, en las antiguas repúblicas soviéticas y en el norte de África, y con una guerra económica contra las naciones europeas, a las que se está despojando de su soberanía a través de las políticas de rescate. Mientras Occidente considera que las revoluciones de colores son una manera pacífica de derrocar regímenes antidemocráticos, los acontecimientos en Oriente Medio y en el norte de África han demostrado que la fuerza militar es una parte integral de todos los aspectos de esas revoluciones. Por este motivo, ese tipo de revoluciones se organizan principalmente en países con importantes recursos naturales o en los que tienen una valiosa posición estratégica y adoptan una política exterior independiente.
¿Qué consecuencias puede tener todo este entramado?
El principal peligro se deriva de la abolición del principio de la soberanía nacional, al crearse guerras religiosas en toda Eurasia, en África en general y en el África subsahariana en particular, donde grupos terroristas están desestabilizando activamente a los gobiernos. Si lo consiguen, nos llevarán a un enfrentamiento directo con Rusia y China, así como al aterrador reino de un conflicto nuclear global. Y no pensemos ni por un momento que los estrategas británicos y estadounidenses de Londres y Washington no son conscientes de ello.
¿Hay alguna manera de frenarlo?
Empezamos por desenmascarar a los verdaderos culpables: EEUU, Arabia Saudí y Reino Unido, como los tres principales focos del terrorismo internacional. Los casos de Libia, el Yemen, Iraq y Siria deben considerarse en el contexto del amplio ataque a la institución del Estado nación soberano per se, en marcha desde el tratado de Westfalia de 1648.