Los fondos mixtos son el primer producto que puede venir a la mente de un inversor que trata de construir una cartera con una buena diversificación. La capacidad de estos productos para descorrelacionar entre las distintas clases de activos en las que invierte es sin duda su mejor carta de presentación. Pero cuidado. Los analistas […]
Dirigentes Digital
| 18 ene 2017
Los fondos mixtos son el primer producto que puede venir a la mente de un inversor que trata de construir una cartera con una buena diversificación. La capacidad de estos productos para descorrelacionar entre las distintas clases de activos en las que invierte es sin duda su mejor carta de presentación. Pero cuidado. Los analistas de Andbank recuerdan que “en algunas ocasiones cometemos el error de tener un solo fondo mixto en cartera y suele ser el que mejor evolución ha tenido en el último año, y este tipo de elecciones no siempre salen bien ya que nos exponemos demasiado a un solo gestor”. Por eso, desde la firma apuestan para solucionar este ‘conflicto’ por la combinación de varios estilos y gestores, “que suelen aportar grandes bondades al conjunto de las carteras, aportando diversificación y descorrelación”, recordando que en su lista de fondos mixtos seleccionados aparecen productos que son para inversores que buscan un binomio rentabilidad/riesgo atractivo, “no para aquellos que busquen perseguir las rentabilidades de la renta variable”. Los expertos tienen claro que la inversión en este tipo de gestores debe ser una parte “core” de una cartera, pero siempre estar complementada con activos “satélite”. Y aquí, conocer y recordar durante todo el periodo de la inversión cuáles son los objetivos de cada fondo de la cartera resulta fundamental. Y si deja de cumplir estas expectativas, cambiar de producto aprovechando la fiscalidad de los fondos, en los que el ahorrador puede traspasar de un producto a otro sin pasar por las garras de Hacienda. Fernando Luque, analista senior de Morningstar, explicaba en un reciente análisis cómo a menudo los inversores suelen acumular fondos de diversos tipos sin preguntarse realmente cuál es la distribución de activos deseada. “En muchos casos ocurre, pasado un cierto periodo, que los inversores no recuerdan por qué motivo compraron tal o tal fondo”, indica el experto, insistiendo en la idea de la importancia de recordar que “cada fondo deber cumplir una determinada función dentro de la cartera, función que, para un mismo fondo, puede ser distinta de un inversor a otro”. Y aquí pone varios ejemplos. El primero, el de alguien que pueda seleccionar un fondo de acciones con la pretensión de obtener una rentabilidad a largo plazo por encima de la inflación, mientras que “otro inversor puede invertir en ese mismo fondo, de forma especulativa, con el objetivo de sacarle una ganancia a corto plazo”. En este proceso es clave ir más allá de la tradicional diversificación entre bonos y acciones. Sobre todo después de un 2016 en el que los inversores han podido comprobar cómo dos activos tradicionalmente descorrelacionados han ido a la par, provocando verdaderos quebraderos de cabeza a gestores y clientes. “La asignación a distintos activos suele crear una falsa percepción de diversificación. Por eso hay que ir más allá, buscar subsegmentos y evaluar el valor relativo, controlando duplicidades de riesgo”, explicaba Myles Bradshaw, Head of Global Aggregate Strategies de Amundi en un reciente encuentro en Madrid. En este escenario, una buena herramienta para estudiar la descorrelación entre los distintos fondos en cartera es el llamado coeficiente de correlación, que varía entre -1 y +1. Cuando es igual a 0, significa que no hay correlación alguna entre dos fondos, por ejemplo. Cuando es +1 indica que cada vez que uno de los fondos registra una ganancia, el otro experimenta una subida en la misma proporción. Cuando es -1 quiere decir que cada vez que uno de los dos fondos sube, el otro, sistemáticamente, baja en la misma proporción.