El polémico texto, que ha dejado casi en ‘jaque’ a todo el país debido al desabastecimiento de combustible, provocará una nueva oleada de paros y bloqueos en los sectores estratégicos. "Retirar el texto sería malo para los asalariados. Mi puerta está siempre abierta, siempre estoy dispuesto a hablar" pero "considero que es mi responsabilidad ir […]
Dirigentes Digital
| 30 may 2016
El polémico texto, que ha dejado casi en ‘jaque’ a todo el país debido al desabastecimiento de combustible, provocará una nueva oleada de paros y bloqueos en los sectores estratégicos. "Retirar el texto sería malo para los asalariados. Mi puerta está siempre abierta, siempre estoy dispuesto a hablar" pero "considero que es mi responsabilidad ir hasta el final", declaró el primer ministro, Manuel Valls, en una entrevista a Le Parisien.
La crisis de abastecimiento de combustible continuará, por lo tanto después de una semana con largas esperas en las gasolineras de todo el país ante la escasez provocada por el bloqueo de depósitos y refinerías por los piquetes y huelguistas.
El Gobierno se mantiene firme, cierra filas en torno al proyecto de ley y promete aguantar el desafío sindical durante el mes que queda para su ratificación definitiva en la Asamblea Nacional. "Mantengo mi posición porque pienso que es una buena reforma y que debemos avanzar hacia su adopción", ha dicho el presidente de Francia, François Hollande, sobre una reforma que apoya la patronal francesa e instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero que rechaza el ala más a la izquierda del Partido Socialista (PS).
Entre los puntos más polémicos de la llamada "ley El Khomri", por el apellido de la ministra de Trabajo, Myriam El Khomri, es el techo orientativo a las indemnizaciones por cese, las condiciones para justificar un despido económico o la prevalencia de los acuerdos entre empresarios y trabajadores frente a los convenios colectivos.
La crisis pasa factura a Gobierno y sindicatos
Las protestas que se prolongan desde el pasado mes de enero, amenazan con enquistarse en la sociedad francesa y sus efectos sobre la popularidad de los gobernantes son evidentes. La popularidad de Valls ha caído 15 puntos desde enero y sólo en abril ha perdido seis puntos hasta el 24 %, su nivel más bajo desde que tomó las riendas del Gobierno en marzo de 2014.
Pero también se sufre la imagen de Philippe Martinez, el líder de la Confederación General de Trabajadores (CGT), primer sindicato de Francia por afiliados y la más aguerrida de las siete organizaciones que se oponen a la reforma. El 67% de los franceses tiene una opinión negativa de él, el 63% de la CGT, y el 58 % no confía en la dura estrategia de contestación adoptada por la CGT.
En la estrategia de la CGT subyace también una lucha de poder entre las centrales sindicales, después de que ese histórico sindicato haya visto como el reformista CFDT, que acepta la reforma laboral con algunas modificaciones, le va ganando terreno entre los afiliados.
Hasta ahora, las encuestas arrojaban que el 70% de los ciudadanos se oponía a la reforma, pero esa cifra ha caído al 46%, según un sondeo publicado por el periódico "Journal du Dimache". Además, el 66% de los franceses teme que las protestas desemboquen en una paralización total del país como en 1995, cuando se intentaba frenar la reforma de la Seguridad Social y el entonces Gobierno conservador terminó suavizando su propuesta.