El Financial Stability Board (FSB), regulador de los mercados globales, acaba de publicar 14 recomendaciones finales para las gestoras, con las que se pretende acabar con la vulnerabilidad estructural de algunas de las actividades de la industria de gestión de activos que, a su juicio, podrían suponer serios riesgos para la estabilidad financiera. El problema […]
Dirigentes Digital
| 13 ene 2017
El Financial Stability Board (FSB), regulador de los mercados globales, acaba de publicar 14 recomendaciones finales para las gestoras, con las que se pretende acabar con la vulnerabilidad estructural de algunas de las actividades de la industria de gestión de activos que, a su juicio, podrían suponer serios riesgos para la estabilidad financiera. El problema no es menor. Estamos hablando de una industria que ha crecido hasta rebasar los 77 billones de dólares (unos 72 billones de euros) a escala global en 2015, desde los 54 billones de dólares (unos 51 billones de euros) de una década antes, según datos del FSB. Sin embargo, desde el sector siempre se han mostrado reacios a este tipo de medidas, argumentando que su negocio no es similar al bancario, con lo que es irracional exigir lo mismo a unos y otros. Sin embargo, desde el FSB se muestran contundentes: “aunque la evidencia histórica sugiere que los fondos de inversión no han generado por lo general inquietudes sobre la estabilidad financiera en los últimos periodos de estrés, el crecimiento del sector y el aumento de los activos menos líquidos en los que se invierte sugieren que los riesgos pueden haber aumentado”. La idea es frenar los riesgos más allá de los sectores bancario y asegurador, que llevan soportando el rígido escrutinio de los reguladores desde la crisis financiera de 2008, y que, precisamente, ha provocado un menor papel de la banca en ciertos mercados como la negociación de deuda corporativa, que ha sido asumido por las gestoras de fondos. Entre las principales debilidades que estos han detectado entre las gestoras se encuentran casos de desajuste de liquidez a la hora de hacer frente a los reembolsos. Ya se vio con el fondo high yield de Third Avenue, que causó semanas de pánico en la categoría, con inversores que se vieron atrapados sin salida en este tipo de productos. Dentro de este apartado de la liquidez, es donde el regulador incluye la posibilidad de realizar pruebas de estrés a las entidades. Una propuesta que fue rechaza en bloque por las gestoras en junio de 2016, cuando el FSB publicó sus primeras recomendaciones. Tras una revisión, todo parecía indicar que la autoridad retiraría esta posibilidad, sobre todo con la lógica de las gestoras que señalan que hay demasiados tipos de fondos como para que estas pruebas fuesen valiosas o eficaces. Sin embargo, ahora el regulador vuelve a dejar la puerta abierta a llevar a cabo estos ‘test de estrés’. Ya en 2015, incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertaba sobre el crecimiento de los fondos de deuda y el peligro de sus estrategias sobre activos menos líquidos en busca de una mayor rentabilidad. Una situación que podría desencadenar graves problemas en momentos de pánico, en los que la irracionalidad del mercado desata las ventas en una especie de efecto dominó casi imparable. En aquel momento, la institución apostaba por vigilar más al sector, y ya se hablaba de incluir test de estrés similares a los realizados por la banca. También el pasado año, el regulador estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés), propuso nuevos requisitos de información para las gestoras de fondos y asesores financieros, que tendrían que hacer frente a detallados informes mensuales que permitan al organismo evaluar posibles riesgos sistémicos. Los nuevos informes se remitirían a la SEC de forma mensual. Sin embargo, la industria de fondos de inversión ha expresado su malestar por la obligatoriedad de hacer pública tanta información y de una forma tan periódica. En respuesta, la SEC propuso que la información solo se haría pública en el tercer mes de cada trimestre. El apalancamiento con el que operan algunos fondos de inversión también preocupa, y mucho, a los reguladores, así como la capacidad de operar en condiciones de estrés del mercado o el riesgo en las actividades de préstamo de valores que llevan a cabo desde las gestoras de activos.