Si la economía global mantiene el impulso que mostró durante 2017, creemos que la tendencia creciente de “estrellas ascendentes” (emisiones high yield que ven revisada su calificación a grado de inversión) debería continuar también este año, tanto a nivel mundial como por regiones. El año pasado fue el primero desde 2014 en que el número […]
Dirigentes Digital
| 09 abr 2018
Si la economía global mantiene el impulso que mostró durante 2017, creemos que la tendencia creciente de “estrellas ascendentes” (emisiones high yield que ven revisada su calificación a grado de inversión) debería continuar también este año, tanto a nivel mundial como por regiones. El año pasado fue el primero desde 2014 en que el número de estrellas ascendentes a nivel global superó el número de “ángeles caídos” (emisiones cuya nota crediticia se rebaja a high yield). El universo de deuda high yield es dinámico, y con el tiempo, algunos emisores pueden salir y volver al segmento a medida que cambian sus calificaciones de crédito. Para una gestora activa, esto presenta oportunidades. Los diferenciales de crédito de ángeles caídos que entran en el segmento pueden ensancharse hasta niveles inferiores a su valor razonable, ya que estos emisores se eliminan de los índices investment grade y los inversores que no pueden invertir en bonos con calificación inferior al grado de inversión se ven obligados a vender. En cambio, al mejorar los fundamentales de crédito, las estrellas ascendentes pasan a ser elegibles para su inclusión en los índices y pueden atraer demanda de inversores en deuda con grado de inversión. Un ciclo cambiante El ciclo de estrellas ascendentes y ángeles caídos puede obedecer a cambios económicos amplios, pero también puede concentrarse en cambios confinados a un determinado sector, empresa o equipo directivo. En 2015 y 2016, por ejemplo, las compañías gasistas, petroleras y mineras se vieron especialmente afectadas por el abaratamiento de las materias primas. Cuando los precios de los recursos se estabilizaron y comenzaron a subir, también lo hizo el sentimiento hacia los emisores de estos sectores. Las empresas que implementaron estrategias dirigidas a controlar costes y amortizar deuda fueron las principales beneficiarias del cambio en el entorno. Así, una de las mayores mineras del mundo perdió su calificación de grado de inversión en 2016, pero vio su nota crediticia revisada al alza en 2017 tras vender activos para reducir su endeudamiento y concentrarse en mejorar su tesorería disponible limitando su gasto en bienes de equipo. En los últimos años, la robustez de la economía estadounidense ha conducido a la preponderancia de estrellas ascendentes en toda Norteamérica, mientras que las turbulencias en los mercados emergentes dieron pie a un número neto de ángeles caídos en América del Sur, la Europa del Este, África y Oriente Medio. No obstante, la situación mejoró en 2017, a medida que estas economías enfilaron trayectorias más positivas. En Estados Unidos, que ahora ha experimentado un periodo de crecimiento sostenido, el volumen de nuevas emisiones aumentó en 2010 y ha permanecido en niveles elevados desde entonces. Inicialmente, esto condujo a un aumento de la oferta neta, pero ante un trasfondo económico que ha permanecido sólido, las empresas se han desapalancado o han refinanciado su deuda en el mercado de préstamos, con lo que las amortizaciones han aumentado hasta sobrepasar el volumen de nuevas emisiones. Tendencias como esta han dado un fuerte impulso técnico a los activos high yield estadounidenses en los últimos años, ya que la oferta total de bonos disponibles ha disminuido pese a los altos niveles de emisión de bonos.