El contexto económico actual está sirviendo como caldo de cultivo para una nueva oleada de fusiones, adquisiciones y salidas a Bolsa de grandes empresas a nivel mundial. Las condiciones económicas existentes (tipos de interés prácticamente nulos, estabilidad de precios y escaso crecimiento de la productividad aparente en los países occidentales) lleva a que las empresas […]
Dirigentes Digital
| 03 nov 2015
El contexto económico actual está sirviendo como caldo de cultivo para una nueva oleada de fusiones, adquisiciones y salidas a Bolsa de grandes empresas a nivel mundial. Las condiciones económicas existentes (tipos de interés prácticamente nulos, estabilidad de precios y escaso crecimiento de la productividad aparente en los países occidentales) lleva a que las empresas busquen fortalecer sus negocios a través de la receta tradicional: hacerse más grandes.
Hacerse más grandes, implica acumular economías de escala para generar cadenas de producción, transporte y distribución de los productos y servicios de forma más eficiente. Dentro de los muchos elementos que influyen en la eficiencia y productividad de las industrias, uno es sin duda el marco institucional en el que se engloban conceptos tan esenciales como la propiedad, la seguridad jurídica, el cumplimiento de los contratos o una fiscalidad baja.
Con estas coordenadas, un país como Irlanda ha conseguido ser foco atractor de capitales teniendo casi todo en contra a lo largo de su Historia: sucesivas hambrunas, condiciones climáticas desfavorables, aislamiento geográfico, baja calidad del suelo… La isla (incluyendo el territorio británico del Ulster) es otro ejemplo más de que la dotación inicial de recursos naturales o una alta tasa de ahorro, no determinan la riqueza o pobreza de un país sino que son sus instituciones políticas y económicas las que llevan a uno u otro lado, los destinos de la economía de los países.
La clave del éxito de Irlanda (un tipo impositivo del 12,5% en el Impuesto de Sociedades) estuvo a punto de acabar cuando el país solicitó el rescate de Europa en 2010. En aquel momento, las autoridades comunitarias denunciaron "competencia desleal" en el trato fiscal a las empresas y exigieron una subida inmediata de Sociedades. El entonces Primer Ministro conservador Enda Kenny se negó en rotundo y dio una lección a todos los políticos europeos que desean acabar con la escasísima competencia fiscal que existe en la Unión Europea: Irlanda salió del rescate en 2013.
Gracias a un tipo impositivo bajo y una burocracia sencilla e inmediata, Irlanda es el "objeto de deseo" de las principales multinacionales para instalar no sólo su residencia fiscal sino también sus centros logísticos destinados al mercado europeo. En este sentido, grandes industrias como Pfizer está negociando la compra de compañías irlandesas como Allergan para optimizar sus recursos tanto en el pago de impuestos como en sus costes operativos.
Inversión en formación
El país que acoge a Apple, Google, Amazon o Microsoft, entre otras, también está en el radar de China no sólo como lugar para localizar inversiones sino, sobre todo, para realizar una inversión aún más importante: aprender inglés. En el campo de la educación, Irlanda ofrece grandes posibilidades siendo sede de instituciones de reconocido prestigio como el Trinity College.
Precisamente, tanto el Trinity College como la propia Dublín se encuentran en plena transformación tanto urbanística como económica. Los viejos carriles del tranvía y las grandes avenidas (estrechas a juicio del resto de europeos acostumbrados a calles mucho más anchas) están siendo renovados con instalaciones más modernas y un eje financiero que recorre Dublín desde el aeropuerto hasta el mismo centro donde se erige la sede del viejo Bank of Ireland.
Aprender inglés es una commodity en alza para China. En este sentido, en el último año se han incrementado un 34% las peticiones en China de visados para estudiar en Irlanda en convenios firmados entre instituciones educativas irlandesas y chinas. Es el caso del Trinity College, el cual trabaja desde hace años con una sede operativa en la capital de China con la Beijing Foreign Studies University y con el University College también de Dublín.
Otras instituciones educativas chinas también operan desde hace tiempo: la Communications University of China acaba de abrir en Dublín con el horizonte puesto en Europa y aprovecharse de las sinergias que tiene Irlanda. Comparativamente, el coste de la vida en Irlanda es menor que en otros países angloparlantes como Reino Unido o Estados Unidos, aunque sí ha sufrido un encarecimiento notable en los últimos años tal como puede comprobarse en avenidas comerciales como Grafton Street.
Las últimas cifras publicadas son ciertamente reveladoras: hay en este momento 2.700 estudiantes chinos en Irlanda y otros 2.400 estudiando en centros irlandeses en China. Hace cinco años no llegaba a la mitad. En poco tiempo, en suma, Irlanda se ha convertido en socio estratégico de China en una inversión tan importante como el idioma y en otras cuestiones como el vacuno. En un año, las exportaciones de vacuno irlandés a China se han incrementado un 40%.
Javier Santacruz Cano es socio fundador de China Capital.