La Junta de Política Monetaria del Banco de Japón se reunió el pasado octubre para evaluar la situación económica nacional. En esta reunión, sus dirigentes apuntaron a que el freno de las economías emergentes podría motivar que el Banco de Japón pusiera en marcha nuevos estímulos para la economía japonesa. Desde la junta destacaron que […]
Dirigentes Digital
| 25 nov 2015
La Junta de Política Monetaria del Banco de Japón se reunió el pasado octubre para evaluar la situación económica nacional. En esta reunión, sus dirigentes apuntaron a que el freno de las economías emergentes podría motivar que el Banco de Japón pusiera en marcha nuevos estímulos para la economía japonesa.
Desde la junta destacaron que tanto las previsiones de crecimiento como las metas inflacionarias encaran "riesgos" ante la ralentización de los emergentes, y muchos de sus integrantes se mostraron a favor de realizar ajustes en política monetaria si la tendencia subyacente actual en los precios en Japón varía y pone en peligro el objetivo del 2% de inflación.
Tras registrar una nueva recesión técnica entre abril y septiembre, los analistas se mantienen a la espera de un nuevo paquete de estímulo por parte del Gobierno japonés.
Hace unos días, el diario Nikkei informaba, citando a fuentes anónimas, de que el primer ministro Abe planeaba subir el salario mínimo un 3% para incentivar el consumo. Según Reuters, el Gobierno de Abe también ofrecería apoyo financiero a los pensionistas para así impulsar el gasto, recogido un borrador del proyecto de medidas que prepara Abe.
Para Reuters, el aumento de los salarios es una tarea urgente para las autoridades a cargo de las políticas monetarias japonesas, ya que el país considera primordial el incentivo al gasto del consumidor, básico para mejorar la demanda interna e impulsar la economía hacia el crecimiento.
No obstante, algunos miembros de la Junta de Política Monetaria opinaron que la incertidumbre que produce el freno de los emergentes podría pasar factura a la confianza del sector privado, que podría mostrarse reacio a subir salarios y desembolsar capital en plantas y equipos.
De momento, a falta de que el Gobierno japonés informe de más medidas planeadas, algunos economistas se muestran escépticos sobre los planes de Abe, porque no los consideran suficientes para enmendar el rígido mercado laboral de Japón y la baja productividad de los trabajadores.