¿Brexit o no Brexit? ¿Repunte de los tipos o tipos negativos a largo plazo? ¿Volatilidad en el precio del barril de petróleo? Si acostumbra a dejarse mecer por el lacerante abejorreo de la vida cotidiana de los mercados, puede que le resulte útil echarse a un lado con el fin de contemplar la escena en […]
Dirigentes Digital
| 09 jun 2016
¿Brexit o no Brexit? ¿Repunte de los tipos o tipos negativos a largo plazo? ¿Volatilidad en el precio del barril de petróleo? Si acostumbra a dejarse mecer por el lacerante abejorreo de la vida cotidiana de los mercados, puede que le resulte útil echarse a un lado con el fin de contemplar la escena en silencio. En ese momento, verá surgir los puntos de ruptura.
Por ejemplo, no cabe la menor duda de que, en la actualidad, la "digitalización" de los servicios está irrumpiendo con fuerza y transforma de manera fundamental partes completas de nuestra vida práctica. Ahora bien, la facilidad y la velocidad desconcertantes con las que la economía digital se propaga ante nuestros ojos a menudo hacen que nos olvidemos de la robotización, su corolario aplicado a la producción de bienes.
No obstante, la revolución también está en marcha en este ámbito. China, un país bien conocido por su eficacia en la implementación de medidas y por su velocidad de ejecución, diseñó su plan de crecimiento Made in China 2025 sobre "la innovación para pasar de la cantidad a la calidad". La excelencia industrial que persigue el gigante asiático reposa en el aumento de la inversión en cuatro áreas prioritarias, a saber, las tecnologías de la información, la industria aeroespacial, los nuevos materiales y la robótica. Un año más tarde, y casi día tras día, la OPA del conglomerado chino Midea Group sobre la firma alemana Kuka, una de las compañías líderes en la fabricación de robots, resulta especialmente ilustrativa.
En el resto del mundo, existen otras señales que nos alertan sobre la creciente amplitud del movimiento de fondo. Por ejemplo, la empresa taiwanesa Foxconn, que fabrica teléfonos inteligentes Apple, reemplazó a 60.000 personas por Foxbots en una de sus fábricas chinas, y Adidas anunció el traslado de la producción de sus zapatos en Alemania en una fábrica masivamente robotizada.
Nuestros queridos vecinos alemanes están incluso utilizando la robótica como su caballo de batalla industrial. Ya le han puesto nombre: Industry 4.0, que designa el movimiento que permitirá rotar de la producción/el consumo masivo a la producción industrial a medida. En esta búsqueda de la empresa inteligente, el mantenimiento predictivo o la optimización que permiten tanto la robótica conectada como la inteligencia artificial, los importes invertidos se propagan rápidamente por todo el mundo y la batalla de la telequinesis lleva ya bastante tiempo entablándose.
Esta situación evoluciona a tal velocidad que, según algunos analistas, un 50% de los puestos de trabajo, incluidos los intelectuales y de servicios, podrían peligrar en los 15 próximos años. Esta evolución viene apuntalada por la falta de mano de obra disponible: los sectores industriales teutones muestran preocupación por el hecho de que la mitad de los ingenieros de producción se jubilarán dentro de una década. Por ende, como era de esperar, la industria robótica se halla en pleno apogeo en los países con un panorama laboral particularmente tensionado.
¿Todos los sectores se verán afectados? Numerosas pruebas ayudan hoy en día a hacerse una idea más o menos precisa. No obstante, en lugar de dejarnos dominar por el miedo con respecto a la continuidad de los empleos, sigamos mostrándonos optimistas e imaginemos las poderosas ventajas que este movimiento podría aportar al ser humano en su realización por medio del trabajo. El debate sobre esta cuestión resulta esencial, pues se trata de un reto político de vital importancia para el porvenir de nuestras sociedades. Este debe revelarse profundo y raudo. Nuestros cerebros cartesianos se nutren ampliamente de la sabiduría confucionista.
Didier Le Menestrel, presidente de La Financiere de l’Echiquier.