Casi dos años después de que los británicos votaran a favor de salir de la Unión Europea con un margen muy ajustado, las negociaciones aún permanecen en el aire. Sin embargo, la cumbre europea que comienza este jueves en Bruselas podría suponer el punto de partida para alcanzar acuerdos en algunos puntos clave, de manera […]
Dirigentes Digital
| 21 mar 2018
Casi dos años después de que los británicos votaran a favor de salir de la Unión Europea con un margen muy ajustado, las negociaciones aún permanecen en el aire. Sin embargo, la cumbre europea que comienza este jueves en Bruselas podría suponer el punto de partida para alcanzar acuerdos en algunos puntos clave, de manera que esta ruptura resulte lo menos dolorosa posible a todas las partes implicadas. La semana comenzaba con la mirada puesta en la reunión que mantuvieron en la capital belga el jefe negociador de la Unión Europea, Michel Barnier, y el ministro británico para el Brexit, David Davis, donde consiguieron llegar a un pacto preliminar sobre tres de las principales cuestiones que continuaban encima de la mesa: los derechos de los ciudadanos británicos en suelo europeo y de los comunitarios en Reino Unido, el pago por parte de Londres de compensaciones presupuestarias que ascienden a 45.000 millones de euros y el período de transición que comenzará cuando abandone de manera oficial el club comunitario, previsto para el 29 de marzo de 2019 y que se extenderá hasta el 31 de diciembre de 2020. De esta forma, los británicos dispondrán de 21 meses para desconectarse del grupo de los 28, -a partir de ese momento serán 27-, de manera escalonada y sin grandes sobresaltos. Eso sí, antes deberán resolver otros temas pendientes y que los más optimistas confían en zanjar cuando menos algunas en dicho encuentro. IRLANDA DEL NORTE A pesar de que ambas partes reconocen el tema irlandés como una prioridad dentro de la agenda negociadora, el estatus de la frontera entre la República de Irlanda, que pertenece a la UE, e Irlanda del Norte, que saldrá junto al resto de Reino Unido, representa el talón de aquiles de este pacto. Londres busca evitar dañar a sus empresas con una frontera “dura” en uno de sus principales mercados, mientras que Dublín y Bruselas rechazan hacer concesiones a cambio de nada. La primera ministra británica, Theresa May, se ha mostrado tajante en este aspecto, ya que para ella resulta “inaceptable” cualquier acuerdo que separe a Irlanda del Norte del resto de Reino Unido y dejar a esta provincia gobernada por los británicos sujeta a las normas de la Unión Europea después del Brexit, según Reuters. GIBRALTAR Las conversaciones sobre el Brexit abren la puerta para que España y Reino Unido negocien en relación al Peñón. Según anuncian algunos medios internacionales, el Gobierno de Gibraltar ha lanzado advertencias sobre rescindir los derechos de los que disfrutan tanto los españoles como otros ciudadanos de la UE que viven o trabajan en este territorio si el Ejecutivo español utiliza su veto para excluirle de cualquier acuerdo entre la isla y la Unión Europea. Las negociaciones sitúan a esta región fuera de cualquier alianza comercial a menos que se alcance antes un acuerdo con España. En este contexto, Barnier aseguró que se ha incluido en el acuerdo de transición y, de hecho, se encuentra en marcha, pero su aplicación depende de lo que pacte España con la UE. ENTIDADES FINANCIERAS El sector financiero británico, uno de los más afectados por esta salida, representa otro de los puntos calientes de esta negociación. Mientras que desde la isla aspiraban a que sus bancos pudieran seguir ofreciendo sus servicios en todo el territorio comunitario a través del mantenimiento de los estándares regulatorios internacionales, la comisión europea, por su parte, se ha mostrado su negativa a esta propuesta porque la intención del gobierno británico es retirarse del mercado común. UNIÓN ADUANERA Una vez abandonado el club, Reino Unido dejará de formar parte de la Unión Aduanera Europea, por lo que tendrá que comenzar a negociar en materia comercial tanto con países europeos como con el resto del mundo. Un estudio publicado recientemente con la consultora Oliver Wyman y el bufete Clifford Chance estima este coste en 65.000 millones de euros, de los que 35.000 deberán ser afrontados por las compañía comunitarias, lo que pone de manifiesto que las empresas de la UE que venden en Reino Unido sufrirían un impacto económico mayor que el de sus contrapartes británicas, siempre en caso de no lograr un acuerdo de libre comercio con los 27, lo que se conoce como ‘Brexit duro’. SEGURIDAD, UN PUNTO COMÚN Los últimos atentados perpetrados en Europa, como el ataque suicida en Manchester que costó la vida a 22 personas, o el atentado de Barcelona en agosto de 2017, empujan hacia la elaboración de un pacto sobre seguridad. Un aspecto al que no se negará el ejecutivo comunitario. Quedará por ver si el encuentro de estos días sirve para que las medidas consensuadas sean aprobadas por la Eurocámara, una vez que pasen el visto bueno de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea. En caso contrario, aún cuentan con margen de maniobra antes de que los británicos se marchen de manera definitiva.