La recuperación de los ingresos de los hogares se intensificó durante el último ejercicio en la zona euro, con un crecimiento del 2,2% interanual, según el último informe publicado por el Banco de España. Con este avance, la renta bruta disponible (RBD) acumuló tres años consecutivos al alza (tras el 1,8% de 2015), con lo […]
Dirigentes Digital
| 25 jul 2017
La recuperación de los ingresos de los hogares se intensificó durante el último ejercicio en la zona euro, con un crecimiento del 2,2% interanual, según el último informe publicado por el Banco de España. Con este avance, la renta bruta disponible (RBD) acumuló tres años consecutivos al alza (tras el 1,8% de 2015), con lo que consiguió compensar casi por completo el 5% de poder adquisitivo perdido durante los años más duros de la recesión (2009-2013). El incremento de la renta de las familias vino sustentado fundamentalmente por la creación de empleo en el mercado único. La aceleración del empleo fue una pauta generalizada por países, siendo el crecimiento más intenso en España y en Irlanda (del 2,7% en ambos países). Sin embargo, el supervisor nacional advierte de que "el conjunto del área continuó presentando una infrautilización de los recursos disponibles". Este desequilibrio se refleja en que la tasa de paro se situó por debajo del 10% a finales de 2016, nivel todavía superior al que se registraba antes de la crisis (en torno al 7% a principios de 2008). Si se consideran medidas más amplias para contabilizar el desempleo (otros activos potenciales y empleados a tiempo parcial que desearían aumentar la jornada laboral) también se observa una mejoría, aunque el nivel continúa por encima del 18%, frente a registros del 15% a principios de 2008. El crecimiento real de los salarios también contribuyó, junto con el empleo, a revitalizar la capacidad adquisitiva de las familias, pese a que el aumento salarial nominal fue modesto: de un 1,3% en promedio del año, muy similar al de 2015. Por países, los incrementos salariales fueron en general moderados, especialmente en Italia y en España. Una excepción fue Alemania, donde la remuneración por asalariado creció más de un 2% en el conjunto del año, tasa a la que viene creciendo desde 2010. Según el organismo presidido por Luis María Linde, la contención en la dinámica salarial fue todavía reflejo de la holgura que persiste en los mercados de trabajo, además de que la baja inflación también constituye un freno a aumentos superiores de los salarios nominales. En consecuencia, tanto la generación de empleo como el aumento de los salarios repercutieron en el alza de la principal fuente de ingresos de las familias, las rentas del trabajo (75% renta bruta de las familias), que crecieron un 2,8%, frente al 2,6% de 2015. La mejoría económica también se dejó sentir en las rentas procedentes de la actividad empresarial (24% de la renta bruta), las cuales crecieron un 2,6%, frente al 1,8% de 2015. En cuanto al resto de los componentes de la renta de las familias, tanto los intereses pagados como los recibidos por la remuneración del ahorro continuaron disminuyendo, alcanzando nuevos valores mínimos desde 1999. En términos netos, los hogares fueron perceptores de intereses por un importe equivalente al 0,8% de su RBD, valor ligeramente inferior al de los años anteriores. Por otra parte, el pago de impuestos volvió a incrementarse (representando valores cercanos al 16% de la RBD, por encima del 14% del promedio histórico desde el año 2000), al tiempo que se redujeron las transferencias netas de las Administraciones Públicas.