Cuando la banca todavía no se ha recuperado de la crisis financiera, el sector afronta el reto del impacto tecnológico en mitad de un entorno hostil de bajos tipos de interés que está afectando a la rentabilidad del negocio. Los bancos en todo el mundo están gestionando el negocio en un contexto desconocido con el […]
Dirigentes Digital
| 08 abr 2016
Cuando la banca todavía no se ha recuperado de la crisis financiera, el sector afronta el reto del impacto tecnológico en mitad de un entorno hostil de bajos tipos de interés que está afectando a la rentabilidad del negocio. Los bancos en todo el mundo están gestionando el negocio en un contexto desconocido con el interés del dinero rondando tasas negativas que presiona los márgenes de su actividad tradicional, prestar y captar capital, dejando escasos beneficios. Por si fuera poco, la gran amenaza de la banca no es sobrevivir al difícil momento de los tipos en mínimos, que se espera que persistan durante varios años, sino a la revolución digital. El desarrollo de nuevas tecnologías está poniendo en cuestión el modelo de negocio de la banca tradicional. Uno de cada tres usuarios de los bancos (el 32%) lo hacen a través de canales online, según un reciente informe de la consultora internacional Bain & Company. Estos expertos afirman que los hábitos de los clientes están cambiando a una velocidad de vértigo. El 32% de los consumidores ya compra sus productos bancarios a través del ordenador o con su smartphone, mientras que el 56% todavía lo hace a través de las oficinas tradicionales. Desde hace años el sector está invirtiendo en transformar su plataforma y su estructura al nuevo tiempo y a las nuevas necesidades de sus clientes. Son pocos los bancos que no cuentan con servicios online para que sus clientes puedan realizar las operaciones habituales. Para 2017, KPMG espera que haya 1.000 millones de usuarios de banca a través del móvil en todo el mundo, y para dos años después la cifra estaría cerca de duplicarse hasta los 1.800 millones. El cambio obligará a una profunda reestructuración de la banca a nivel mundial. Un reciente informe sobre el impacto de las fintech en el sector apunta que los grandes bancos recortarán 1,7 millones de empleos, que se sumarán a los 730.000 empleos que han desaparecido en los últimos años como consecuencia de la crisis que ha vivido el sector. Los analistas apuntan que la peor parte se la llevará la banca comercial con la necesidad de cerrar oficinas por el surgimiento de nuevas plataformas y la inversión en modernizar y automatizar muchos procesos. Por lo que respecta a España, parte del ajuste ya se ha producido. Desde 2012, el sector ha acometido un duro ajuste de 37.903 a 31.021 oficinas en 2015. Las plantillas se han reducido desde los 231.389 a 194.688 trabajadores, incluyendo prejubilaciones. El ajuste se produjo al calor del proceso de reestructuración del sector, con la integración de las cajas de ahorro en grupo bancarios. Si en 2008 había más de 40 entidades operando en España, ahora mismo solo hay 14. Según los últimos datos del Banco de España, a finales de 2015 había 31.087 oficinas, la cifra más baja desde 1983. Pero aun así, los reguladores creen que sobra red de oficinas. El BCE está presionando al sector para que se inicie una nueva oleada de fusiones, tanto en España como en otros países, como fórmula para que ganen tamaño y superen la baja rentabilidad con sinergias entre grupos. En un reciente informe, Funcas prevé que fruto de un nuevo proceso de concentración el conjunto del sector reduzca en 3.000 el número de oficinas y recorte 14.688 empleos. “El entorno formado por unos tipos de interés bajos, unos requisitos regulatorios más exigentes y la irrupción de nuevas tecnologías presiona para iniciar un nuevo proceso de concentración”, apuntan Santiago Carbó y Francisco Rodríguez, autores del informe. Los nuevos ajustes irán destinados a la necesidad inaplazable de sanear los balances bancarios y mejorar la salud financiera y la eficiencia de las entidades.