Cuando estalló la burbuja de las hipotecas ‘subprime’ en el verano de 2007, nadie imaginaba las consecuencias tan desastrosas que propagaría a lo largo del planeta. Una de ellas fue la caída de uno de los principales sustentos de la economía estadounidense: la industria automovilística. La ‘fotografía’ que ilustró la debacle del sector fue la […]
Dirigentes Digital
| 27 abr 2015
Cuando estalló la burbuja de las hipotecas ‘subprime’ en el verano de 2007, nadie imaginaba las consecuencias tan desastrosas que propagaría a lo largo del planeta. Una de ellas fue la caída de uno de los principales sustentos de la economía estadounidense: la industria automovilística.
La ‘fotografía’ que ilustró la debacle del sector fue la quiebra de General Motors (GM). La compañía, uno de los gigantes de Detroit y símbolo de la cultura norteamericana, presentó la mayor suspensión de pagos de la historia industrial de Estados Unidos. El Gobierno de Barack Obama y la cúpula directiva de GM intentaron reconstruir la empresa para hacerla viable mediante un rescate.
Pero General Motors no fue la única compañía del sector en ‘sufrir’ tras la crisis. El resultado es que el rescate a la industria le costó 80.000 millones de dólares a Estados Unidos y despidos a gran escala. Hoy, varios años después, sus fabricantes de automóviles están reconstruyendo su competitividad y beneficiándose de la recuperación del crecimiento económico (previsto en un 2,9% en el 2015).
¿Aceleración sin peligro?
La industria se ha recuperado y la demanda está siendo impulsada en parte por un mejor acceso al crédito, pero ¿a qué precio? Desde Coface, especializada en seguros de crédito, prevé un aumento en las ventas del 3,8% en 2015, con un nivel sostenido de crecimiento aunque muy por debajo del nivel alcanzado en años anteriores.
Coface estima que la industria volverá a niveles previos a la crisis de 2007 impulsada, en parte, por el desplome cercano al 50% del precio del petróleo en 2014. Además, la compañía establece dos factores clave de la recuperación del sector: la baja tasa de intereses y la buena situación de la economía.
En cuanto al bajo nivel de los tipos de interés, Coface estima que han supuesto un fácil acceso al crédito lo que ha animado a muchos consumidores a renovar su coche o a adquirir uno nuevo. Además, la caída de la tasa de paro y el aumento de la confianza del consumidor han sido fundamentales para la industrial.
El problema es que esta creciente facilidad de acceso al crédito de bajo interés está llevando a los bancos a conceder más créditos a las categorías de "alto riesgo" o "subprime", con el objetivo de aumentar la rentabilidad de los préstamos pendientes. Estos, según destaca Coface, incluyen los llamados hogares de "alto riesgo", y el número de impagados ha aumentado significativamente y seguirá creciendo en 2015.
La industria se ‘olvida’ de los jóvenes
En cambio, que la caída del desempleo ha pasado por alto a la generación más joven, que "no está completamente integrada en este círculo virtuoso y está prolongando sus años de educación en un intento de maximizar sus oportunidades de conseguir un empleo".
Como resultado, los jóvenes tienen altos niveles de deuda debido a los préstamos estudiantiles: o retrasan la compra de un vehículo, o se convierten en deudores de alto riesgo. Además, parece que ellos dan menos importancia a tener un vehículo, haciendo mayor uso de formas alternativas de transporte, un hecho sorprendente en un país donde el coche es el rey, según remarca Coface.