Si se hiciera una encuesta entre analistas y participantes del mercado sobre dónde piensan que estará el nivel de inflación en Estados Unidos y Reino Unido dentro de 5 ó 10 años, obviando la salvedad que en ese periodo de tiempo tan largo no hay análisis que se sostenga, lo más probable es que la […]
Dirigentes Digital
| 25 nov 2014
Si se hiciera una encuesta entre analistas y participantes del mercado sobre dónde piensan que estará el nivel de inflación en Estados Unidos y Reino Unido dentro de 5 ó 10 años, obviando la salvedad que en ese periodo de tiempo tan largo no hay análisis que se sostenga, lo más probable es que la mayoría de ellos se decidieran por el nivel del 2%, este es el objetivo de inflación del Banco de Inglaterra y de la Reserva Federal Americana y ambos bancos gozan de la credibilidad del mercado.
Pero, ¿y si hiciéramos lo mismo con la Eurozona? En primer lugar, el objetivo de inflación del Banco Central Europeo se define con menos precisión: cerca pero por debajo del 2%. No está tan claro. Imprecisión que define el complejo funcionamiento del propio regulador. En este caso la encuesta tendría con toda seguridad mayor controversia.
El presidente Mario Draghi viene señalado desde tiempo atrás que el descenso de las expectativas de inflación a largo plazo en la eurozona es un hecho preocupante que requiere se actúe de manera inmediata. En lo que llevamos de año la inflación se encuentra en el nivel del 0,4% y con toda probabilidad en diciembre tendrán que revisar sus expectativas a la baja, de nuevo, algo que viene ocurriendo de manera continuada. Veremos si aún mantienen su previsión para un plazo superior en el 2%, algo poco creíble si tenemos en cuenta el ritmo actual.
Además, no es algo que sólo afecte a los países de la periferia, la inflación se sitúa en niveles peligrosamente baja en el núcleo central de la eurozona también. Tampoco es un tema coyuntural ocasionado por la caída de los precios energéticos, que por otro lado tan bien nos viene a países como el nuestro, sino que la inflación subyacente , la que excluye los precios de alimentos y de la energía, está en un 0,7% en lo que llevamos de año.
Como sabemos, el señor Draghi se encuentra maniatado por la estructura del Banco Central Europeo y por la testaruda oposición del Bundesbank, aún así, el mago Draghi ha logrado implementar un plan de actuación que comprende las compras de activos de crédito y de cédulas hipotecarias, que con toda seguridad se quedará corto a la vista de las expectativas inflacionistas de medio plazo. Como ya he comentado en ocasiones anteriores, el Banco Central Europeo se verá forzado a comprar deuda soberana europea.
Todo ello, sin mencionar los graves problemas de crecimiento en Europa que lucha en estos momentos por evitar una tercera recesión técnica , aunque en realidad podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que no ha logrado salir de la gran recesión que comenzó en 2008. Si se aplicaran los mismos criterios que utilizan organismos oficiales de Estados Unidos, por ejemplo, seguiríamos hablando de recesión y de un escenario cercano a la deflación.
La estrategia de crecimiento en Europa se basa casi exclusivamente en la demanda exterior y las pocas medidas que se toman van hacia el favorecimiento del sector exportador. En este sentido la caída del euro última supondrá una importante ayuda. Pero con la caída de la demanda en Asia, China se ha frenado, y con los efectos del conflicto Rusia-Ucrania, esta recuperación se verá afectada. Y la política fiscal, lejos de ser una ayuda, se convierte en un lastre para el crecimiento por la prioridad obsesiva de reducción de los niveles de deuda. Ahora parece que FMI y Comisión Europea, miembros de la temida Troika, dan un paso atrás y reconocen los efectos perjudiciales de esta política de austeridad.
Si hiciéramos la misma pregunta esta vez sobre Japón, sin embargo, a pesar de que su Banco Central goza de autonomía y capacidad de actuación y de que la política gubernamental, al menos en la actualidad, se coordina y alinea en objetivos con el banco emisor, tampoco estaría clara la respuesta. Japón entró en la espiral deflacionista que ha limitado su crecimiento en la década de los 90. Es ahora cuando han decidido utilizar toda la munición en su poder para salir del estancamiento económico, pero aún así las dudas persisten. Japón no actuó en tiempo y forma y si algo hemos aprendido de ello es que el mal de la deflación y con ella del crecimiento nulo hay que tratarlo desde el mismo principio sino antes, de manera preventiva, porque una vez instalado en el sistema no se conoce el remedio para extraerlo y eliminarlo.
Mario Draghi, sin ninguna duda, es consciente de ello, y su lucha para conseguir los apoyos que le permitan actuar ya, son evidentes. Sólo tenemos que remitirnos a su discurso durante la reunión de banqueros centrales en Jackson Hole, que tanto revuelo levantó en el centro de Europa. Esperemos que lo consiga y no tenga que retirarse aburrido al destino dorado de la presidencia de la República de Italia.
Miguel Ángel Rodríguez es analista de XTB.